El teatro, una
herramienta educativa... O... no!!!
¡¡¡Estas herramientas sé que son educativas!!!
Para
poder afirmar que el Teatro es una herramienta educativa, deberíamos concretar
primero los términos de la afirmación.
¿Qué
es educativo y qué es una herramienta?
El Teatro puede llegar a ser una poderosa
herramienta educativa si se utiliza como tal y con tal fin.
Hace poco, en el Curso de Pedagogía
Aplicada a las Artes Escénicas que imparto en el Aula de las Artes de la
Universidad Carlos III de Madrid, planteaba a mis alumnos, todos ellos responsables
de grupos de jóvenes que practican las artes escénicas bajo su tutela, que
seleccionaran cuáles eran sus prioridades de entre casi una veintena de
palabras y que trataran de reducirlas a una, su máxima prioridad.
Como suelo plantear, no pretendo juzgar
en función de las respuestas, pero sí hacer hincapié en que cada uno ha de
responsabilizarse de su elección y ser consecuente.
'Lo artístico', 'Preprofesionalidad',
'Excelencia', 'Competir', estaban en el mismo grupo de palabras que 'Que se les
oiga', 'Lenguajes técnicos', 'El texto', 'Claridad' o que 'Compromiso',
'Crecer', 'Educación', 'Compartir'.
Dependiendo de la prioridad de cada
responsable, que a veces coincide y a veces no con la prioridad de sus jóvenes
e incluso con las del entorno en el que desarrolla la actividad, estaremos ante
una herramienta educativa, o estaremos ante... otra cosa.
Una herramienta no puede ser un fin en
si mismo. No podemos plantearnos el teatro en educación si el único o
primordial fin es hacer teatro y hacerlo de la manera más precisa a como lo
haría un grupo profesional. Eso ya no es una herramienta educativa. Es un
programa formativo donde, a veces con notas y a veces sin ellas, lo que se
busca es la perfección en la ejecución de un arte que, los profesionales, desarrollan
a lo largo de mucho más tiempo que un curso escolar.
Si el teatro es una herramienta y lo que
buscamos es educar, busquemos en esta práctica lo que tiene de educativo. El
compartir. El colaborar. El crecer. El mejorar las capacidades comunicativas, verbales,
no verbales, escritas, el trabajo en equipo, la responsabilidad, el compromiso,
la capacidad de concentración, la búsqueda de su propia personalidad, la
desinhibición, el gusto por el arte y lo artístico, la capacidad crítica...
Incluso ahora que tanto se habla de la
educación emocional, llevo muchos años en estos ámbitos, y no he encontrado
mejor herramienta que el teatro, cuando lo usamos como herramienta y no como
fin, para desarrollar, mejorar y fortalecer nuestra educación emocional. La
empatía, la asertividad negativa, la creatividad, la escucha activa...
Sin embargo, la búsqueda del premio, del
éxito, del aplauso por la excelencia de lo conseguido, el ensayo frustrante
preprofesional, la competencia entre iguales... elementos que muchas veces se
anteponen cuando el teatro se abre camino en las aulas, tienen sus propios
objetivos, muy loables y definidos y perfectamente asumibles si el colectivo
conoce y asume de antemano como propio ese objetivo y es consensuado por todos:
responsable, grupo de jóvenes y entorno en el que se desarrolla.
Lo que sucede es que, en ese caso, el
teatro, en entorno educativo, será otra cosa...
Pero ya no estaremos ante lo que creo
que puede llegar a ser, sinceramente, la mejor y más potente herramienta
educativa sin necesidad de TICs, ni Apps, ni medios técnicos profesionales, ni
teatros con torreón de tramoya, ni cosas parecidas.
Alguna vez ya dije que el teatro es el
único arte cuya materia prima es el ser humano.
En el entorno educativo, esta
herramienta es dúctil, maleable, complicada, maravillosa, difícil, sorprendente...
Es un joven, un adolescente, un niño...
Tan asombrosamente maleable para bien,
como para mal.
Tan fácilmente motivable con el teatro,
como frustrable.
Tan intensamente emocionable en lo
positivo, como generador de pensamientos negativos.
Por eso, aprovechemos lo que tiene de
educativo el teatro y, si alguien quiere dedicarse a ello artísticamente, que
lo decida él, conociendo los peligros de la cara oculta de una actividad que
puede hacer, como le ocurrió a una alumna de un taller universitario que dirigí
hace ya años, que al ser calificada por su anterior profesor de teatro como
alguien que 'con esa voz no vas a llegar nunca a nada en esto del teatro', no
se volvió a acercar al teatro durante años, hasta que, en nuestro taller, no
solo trabajó la voz sino que consiguió ser locutora de radio, aunque no actriz
porque no era lo que pretendía.
Por favor, no empujemos desde voces
autorizadas, instituciones y organizaciones con capacidad de llegar a estos colectivos
que utilizan el teatro en entornos educativos, a destacar por la excelencia, la
productividad, lo perfecto... Sino por lo humano, lo generoso, el compartir...
¡¡¡En definitiva, utilicemos el teatro
como herramienta educativa para formar personas maravillosas!!!
No
obstante, y a pesar de hacerme un poco largo esta vez, me gustaría centrarme en
tres aspectos que me parecen relevantes y que hacen ver, de forma clara y
evidente, lo positivo que tiene el uso de prácticas, experiencias y
herramientas teatrales en el ámbito educativo, y no solo...
Potenciación de la creatividad y de la educación
emocional.
El
teatro, bien aplicado, es una potentísima herramienta en la educación creativa
y emocional. Esto que tan de moda se está poniendo en la educación últimamente,
-yo mismo imparto módulos de Creatividad en el programa de Educación
Responsable de Fundación Botín-, lo llevan desarrollando las empresas ya desde
hace años. La escucha activa, el nuevo liderazgo, la empatía, el equipo...
De
hecho, cualquier artista de cualquier área que haya tenido experiencia teatral,
tiene una capacidad de crítica, análisis, compromiso, colaboración... que en
otras áreas no son tan sencillos de lograr.
E
insisto en el uso ADECUADO del teatro.
Conciencia de Equipo, colaboración, compromiso.
En
una época en la que la competitividad y el logro personal despuntan sobre
cualquier otra cosa, el teatro hace hincapié en entornos educativos, pero
también en empresariales, sociales y artísticos, que lo que se logra es una
labor de conjunto, de equipo, basada en el compromiso, la labor de colaboración
y la aportación de lo que cada uno mejor o más a gusto sabe hacer.
Incluso
en ámbitos de formación profesional me gustaría poner un ejemplo de cómo el
teatro y sus artes afines logran esa conciencia de equipo.
Hace
poco, asistí a la muestra final del curso de larga duración del Centro de Tecnología
del Espectáculo, del INAEM en Madrid.
Estuve
un rato contemplando la labor de utilería, maquillaje y caracterización,
vestuario, iluminación y sonido, conglomeradas en un espectáculo asombroso e
incansable.
Al
lado de la responsable de gestión y producción del evento, le dije.
Enhorabuena, lo has hecho maravillosamente bien. Y automáticamente me contestó.
No he sido yo. Ha sido el equipo. Más de 70 personas hay ahí detrás ahora mismo
para que todo salga bien.
Y
entonces me corregí y le di la enhorabuena a ella y a todo el equipo,
Crecer
Por
último, en cualquier ámbito, el teatro te hacer crecer como persona, hacia
dentro, pues se trabajan y potencian cualidades de observación, escucha,
reflexión, imaginación, creatividad, fantasía... Y hacia fuera, pues cuando uno
trabaja en equipo para realizar una creación, crece con todo lo que aprende y
desarrolla gracias a los que le rodean.
Y
no es solo la suma de lo que aporta cada uno, sino lo que aporta el grupo como
grupo que, individualmente es imposible de experimentar y que tanto para una
organización, como para un colectivo social como para un equipo artístico, es
no ya fundamental, sino una experiencia inolvidable.
Y
teniendo en cuenta todo lo anterior, me gustaría recordar dos... ¡No! No las
llamaré anécdotas porque significaría que es algo inusual, puntual y llamativo
por lo único.
Lo
llamaré una de tantas veces en las que el teatro en educación mostró su poder.
Un
alumno en 3º de la ESO podía optar por Francés, Informática o Teatro. Y éste,
conocido miembro de la comunidad educativa, etiquetado como asocial, cuasi
violento y por supuesto, con un futuro desdibujado y casi desechable por la
comunidad educativa, eligió Informática.
En
un solo trimestre, había provocado tantas incomodidades, y problemas a su
profesora y entorno que se decidió 'castigarle' con cambiarle de optativa y
pasarlo a Teatro. En parte por la magia de esta disciplina, en parte, mucha
parte, por el buen hacer de un amigo ya retirado de la enseñanza, se convirtió
en un colaborador nato, en un silencioso y ordenado organizador, en un alumno
ejemplar, y en un ejemplo de lo que el teatro podía transformar.
Solo
dos trimestres después, al cruzarse a su ex-profesora de informática por el
pasillo, la miró, no sin el agobio natural de la profesora al ver su mirada y
le dijo... '¡GRACIAS!'
En
otra ocasión, un alumno nuevo en su centro, que desde el primer momento hizo
ver su carácter reacio a toda actividad en grupo, con graves problemas de
comunicación y con una personalidad absolutamente negativista, incluso con aspectos
que, de ser diagnosticados podrían rozar el Síndrome de Asperger, asistió a la
representación de sus compañeros del grupo del teatro del centro.
De
nuevo, por mor de la magia del teatro y por las maravillosas manos y
planteamientos de la profesora que dirige el grupo, este niño vio algo en
aquello que le impulsó a lo que nunca antes había hecho. Paró a esta profesora
por el pasillo y le preguntó si podría apuntarse al grupo.
En
muchas otras ocasiones, el responsable del grupo habría dicho algo como que ya
está el curso muy avanzado y no es el momento, o que tendríamos que verlo para
el curso próximo, o cualquier excusa con tal de no tener a ese 'elemento'
incrustado entre sus jóvenes artistas. Sin embargo, esta profesora a la que
admiro, le miró, sonrió y le dijo... 'Pues ya estás apuntado'.
Sorprendido,
acudió puntual a la siguiente cita de ensayos que, entre otras cosas, se
utilizó para integrar al nuevo elemento al grupo.
Su
despedida ese día, mirando al infinito como suele hablar fue: 'Me lo he pasado
muy bien. Ha sido muy interesante. Y espero hacer muchas cosas aquí.'
¡¡¡Es
la magia del teatro... y sobre todo, de quienes buscan en el teatro en
educación las prioridades que merece el arte de Talía!!!
Por
todo esto hago un llamamiento que a priori puede parecer contraproducente o
engañoso.
A
todos aquellos que somos consideradas voces autorizadas; a las instituciones
que generan actividades que tienen que ver con teatro, su formación o su exhibición;
a colectivos que pretenden, desean y se esfuerzan por darle valor educativo a
este nuestro arte dramático; a profesores, padres y alumnos que han disfrutado
y disfrutan del teatro como herramienta educativa...
No
pidamos que el teatro sea obligatorio en educación.
Defendamos lo que todos ellos
defendieron en la Inglaterra de la Dama de Hierro cuando el Drama desapareció
como asignatura obligatoria en los curricula de las enseñanzas obligatorias.
Demostramos
que es necesario.
Ese es el objetivo. Hacer consciente a
toda la comunidad educativa de que el Teatro, el Drama en entorno educativo no
es positivo, interesante, curioso, divertido, emocionante, creativo, educativo
en si mismo...
¡¡¡El objetivo es hacer consciente a
toda la comunidad educativa de que el teatro en entorno educativo es
NECESARIO!!!
Y… ya!!!
No me canso... Sobre todo gracias a algunos que demostráis día a día que el teatro es necesario.
We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!
Os espero…
Y a algunos os seguiré persiguiendo, apoyando, alentando, aplaudiendo y agradeciendo todo lo que hacéis.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!
Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
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