Sé que las celebraciones de 'Días Mundiales' son más que los días que tiene el año.
También que muchos de los que tienen que ver con mi perfil profesional o los contenidos de este blog se acumulan entre marzo y abril.
Sin embargo, no suelo detenerme en uno porque quizás ya está uno cansado de tanto Día Mundial, porque está a punto de acabarse el mes, o porque, es posible, sea una de mis destrezas menos desarrolladas: Día Mundial de la Danza, 29 de abril.
Este año he querido darle un espacio en este vuestro blog por un par de motivos.
El primero me lo ha dado Friedmann Vogel, bailarín alemán a quien le han encargado el Mensaje Internacional de la Danza de 2021:
'Todo comienza con movimiento, un instinto que todos tenemos con el que buscamos comunicarnos.'
Moverse es un instinto de comunicación y es la base de la danza. Si esto es danza, y lo es, la mayoría de nosotros danzamos a diario. Cuando andamos, cuando nos movemos, incluso cuando estamos parados en una posición estable o inestable. Cuando alargamos el brazo para coger algo, cuando acariciamos, cuando movemos la cabeza o incluso los dedos en la pantalla del móvil.
Con esto no quiero decir que cualquiera pueda ser bailarín, sino que moverse, danzar, es una herramienta de comunicación que tenemos todos a nuestro alcance y que los bailarines profesionales desarrollan a la enésima potencia.
No dejamos de hacer deporte aunque no seamos deportistas profesionales; no dejamos de hablar aunque no seamos oradores profesionales; no dejamos de cocinar aunque no seamos cocineros profesionales... Y eso nos enriquece, y hace más nobles nuestros intentos de mejorar en cada aspecto de nuestra vida.
Por tanto, no dejemos de intentar danzar aunque no seamos bailarines profesionales.
Porque bailar, comunicarse, es vivir.
El otro motivo me lo ha dado el cuadro que aparece como imagen del blog. Un cuadro recién colocado en una cocina y que, sin duda, provoca en dos direcciones.
La primera, es mostrar que un espacio como una cocina se puede convertir en algo más que una fábrica de alimentación para sobrevivir.
Es una invitación a que se viva esa cocina y, por extensión, a convertir los espacios en algo maravilloso, divertido y divergente, más allá de para lo que fueron diseñados o pensados.
No en vano, hemos visto iglesias convertidas en salas de conciertos, almacenes o garajes convertidos en lofts o estudios, o antiguas fábricas transformadas en espacios culturales.
La segunda dirección de provocación, que es la que quiero utilizar como broche de esta entrada, es la incitación a la danza del cuadro. A bailar donde sea y cuando sea. Haciendo un pisto en una sartén o preparando un vermú para el aperitivo. Yendo a trabajar. Andando por la calle. En un gimnasio, en un teatro, en un despacho...
Hay quien asegura que cuando uno se arranca a bailar no siendo bailarín, es porque te sale de dentro. Algo te provoca la necesidad de moverte siguiendo un pulso que nace de ti, aunque lo inicie una música, un ritmo.
Por eso, para celebrar el Día Mundial de la Danza, quiero provocarte para que bailes. Con tus manos, con tus ojos, con todo tu cuerpo o con la imaginación. Que bailes solo o con otros. Que bailes a tu ritmo o al ritmo que te llame. Que te lleven tus pies, tu corazón, tu cabeza...
Baila!!! En esta cocina o donde te pille... Te hará feliz!!!!
Porque bailar... ES VIVIR!!!
¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!
Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.
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