Bienvenida · Welcoming

Mostrando entradas con la etiqueta Teatro de Creación · Devising Theatre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Teatro de Creación · Devising Theatre. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de marzo de 2021

Repetir para mejorar.


Repito imagen y explico por qué:

Cuando uno se dedica a la docencia, sea del nivel y especialidad que sea, corre un riesgo real de apoltronarse o de dejarse llevar.

Había un dicho en el mundo de la pedagogía que decía que un maestro que empieza, enseña más de lo que sabe, alguien con algo de experiencia, enseña lo que sabe, y un auténtico maestro enseña siempre menos de lo que sabe.

Por supuesto, no es por el miedo a que los alumnos sepan más que tú, sino porque has de tener un amplio margen de maniobra a la hora de 'impartir' tu docencia.

Y pongo entre comillas 'impartir', porque es un verbo que no acaba de cuadrarme. Las clases magistrales deberían estar reservadas a conferencias o charlas, y no al diario ejercicio de la educación.


Me centro. Que empiezo hablando de una cosa y acabo en la otra punta.

La idea de que un docente, con margen de maniobra por sus amplios conocimientos, puede dar clases 'con la gorra', hace posible el riesgo con el que comenzaba esta entrada de vuestro blog. 

Si uno se acomoda, si uno no se arriesga y trata de mantenerse con margen suficiente como para que sus alumnos no le generen ningún problema, puede suceder que los alumnos de 10 cursos después, sigan viendo al mismo profesor con folios amarillos (y no precisamente por que fuera su color original, sino por la edad del papel), repitiendo constantemente los mismos lugares comunes.


Bien. Ante esta exposición, pareciera que repetir las cosas no es positivo.

Y ahora que vengo haciendo hincapié en la necesidad del entrenamiento, de la reiteración, de hacer una y otra vez jueguercicios similares para desarrollar habilidades creativas, ¿cómo podemos ahora denostar la repetición como un riesgo de 'deseducación?


Pues, como podréis comprender, es bien fácil.

Toda idea, todo invento humano, toda forma de ser, puede ser positiva o negativa en función de su objetivo o su desarrollo.


Ser jovial es intrínsecamente bueno, pero no cuadra en ciertos ambientes en los que la seriedad debe prevalecer. 

El transporte aéreo es el más seguro de todos, pero cuando sufre un desastre es precisamente eso, un desastre.


Pero y además, si repetir puede caer en desidia, desgana y folios amarillos, ¿cómo podemos verle el lado positivo?


Fácil. Hay que repetir para mejorar.

Los alumnos a los que se plantea una docencia, son siempre distintos, con lo que sus reacciones y sus propuestas y respuestas nunca van a ser las mismas.

Si en algún momento, lo que propones parece tener puntos débiles, no podrías comprobar si es algo puntual o general si no lo repitieras.

Si cada clase fuera totalmente distinta, no podrías valorar si los contenidos o habilidades que tratas de desarrollar se han implementado mejor o peor que la vez anterior, porque 

Si tu objetivo cuando repites tu docencia es aprovechar la experiencia y la casuística de lo ya realizado para perfilar, estilizar, mejorar o conseguís mejores o mayores objetivos... ¡Bienvenida la repetición!


Hoy martes he comenzado con el segundo grupo del Taller de Teatro de Creación dentro de las jornadas de Nuevas Dramaturgias de Marzo a Escena de la ESAD de Córdoba. 

Ni los alumnos son los mismos, ni las propuestas coincidentes, ni el ritmo, ni el proceso mimético.

Coincide la estructura, la sistemática, los objetivos, la temporalización.

Los alumnos de los distintos grupos no podrán comparar si el uno o el otro han sido más o menos eficaces o positivos.

Sin embargo yo, el que repite, aprovecho la experiencia del primer grupo para jugar más en el segundo, para arriesgar más en el segundo, para mejorar en el segundo.

Repetir para mejorar.


En menos de 15 días, desde ASKool, os vamos a proponer una serie de provocaciones a lo largo de Semana Santa, para entrenar nuestro pensamiento creativo.

La clave será conseguir, a base de repetir la esencia, que no los ejercicios, que la capacidad divergente de los participantes crezca.

Repetir para mejorar.


Espero que no sintáis que me repito mucho, pero y además, en todo caso, si me repito, espero haber mejorado a vuestros ojos.


¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.

#fbercebal

#ñaqueeditora

#creatividad

#teatrodecreacion

#devisingtheatre

#ASKool

martes, 2 de marzo de 2021

Volver a la fuente · Teatro de Creación para crear teatro

Cuando uno desarrolla su actividad aplicando sus conocimientos, habilidades y experiencias a ámbitos distintos al origen de su formación teórica y práctica, se puede considerar que esa persona o su actividad tiene carácter transversal, poliédrico o incluso que es producto del ya tan manido 'networking'.

De hecho, en más de una ocasión, yo me autocalifico de polímata o poliédrico, pues poseo una formación ecléctica aunque específica, y aplico esos conocimientos a multitud de ámbitos y proyectos.


Por eso, de vez en cuando, da gusto volver a los orígenes, a la fuente.


Mi base metodológica se nutre del Teatro de Creación. 

Mi multitarea me da pie a aplicar esta filosofía de desarrollo de proyectos en ámbitos tan aparentemente tan dispares como la educación, la empresa, el trabajo social... Y el Teatro. 

Y digo Teatro con mayúscula porque soy defensor a ultranza de esta forma de plantear el trabajo creativo en o para un escenario. (Entiéndase por escenario cualquier espacio de representación.)


Por eso, cuando vuelvo la mirada y los pasos atrás y me enfrento a un proyecto puramente teatral, respiro los orígenes de la mayor parte de mis habilidades y procesos de trabajo. 

Vuelvo a la fuente.


Hoy, 2 de marzo, retomo mi labor en el ámbito de las artes escénicas.

Dentro del Festival Marzo a Escena de la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba, voy a desarrollar dos talleres intensivos de Teatro de Creación.


¿Qué vamos a hacer? 

Como buen defensor del Teatro de Creación no podré responder a esta pregunta hasta que lleguemos a algún momento del proceso.

Porque el Teatro de Creación es un proceso, activo, continuo, creciente, intenso y abierto a cualquier condicionante, provocación creativa o dificultad o mejora sobrevenida.


Sí os puedo decir de dónde vamos a partir. 

Cuál va a ser el disparador.

He pedido a los participantes que se traigan un objeto y/o una foto de algún familiar lejano. Alguno que incluso no conozcan.


¿Qué va a pasar con este disparador?

De nuevo debo admitir que aún no lo sé.

Pero y además estoy preparado para que pase cualquier cosa. 

A cada participante, cada disparador, por muy parejos o similares que sean, le va a provocar de manera distinta.

Incluso no será lo mismo considerar uno solo de los elementos que todos a la vez o alguna asociación entre ellos.


Lo dicho. Lo más maravilloso del Teatro de Creación es que lo poco que sabes cuando inicias un proceso es por qué, con quién, con qué y dónde lo vas a hacer... 

O... No!!!

Porque a veces la razón última cambia, el grupo cambia, los elementos y el lugar cambian, aunque mantienes el espíritu y el procedimiento.


Sí, Teatro de Creación es un proceso que crees saber dónde empieza y, a veces, intuyes hacia donde va. 

Y es que lo realmente emocionante, lo que te alimenta, lo que te ilusiona y te atrapa, es el proceso. 

El resultado no deja de ser una foto en un momento concreto del proceso.

Porque cualquier resultado mostrable podrá, sin duda, seguir desarrollándose 'ad infinitum'.


Qué peligro para los perfeccionistas!!!

Por eso me encanta no serlo, para disfrutar de cada momento incompleto del proceso.


Esta tarde empiezo...

Disfrutaré descubriendo dónde llegamos!!!


¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.

#fbercebal

#ñaqueeditora

#creatividad

#teatrodecreacion

#devisingtheatre

#ASKool

jueves, 8 de octubre de 2020

Teatro de Creación para jóvenes

Creo que va siendo hora de hacer una pequeña incursión en el Teatro de Creación para jóvenes.

Desde hace años, quería dejar plasmada una forma de trabajar teatro con jóvenes, en ámbitos educativos o de aficionados o preprofesionales del escenario.

Una forma de trabajar teatro no necesariamente desde el texto, o sí.

Una forma con dirección horizontal, y no piramidal.

Aprovechando la capacidad creativa de todos, desde el responsable último hasta el último responsable.

Centrándonos en el proceso, sin desdeñar el producto, pero no hipotecando todo a la calidad 'profesional' del resultado.

Utilizando el teatro no solo como fin, sino como medio.

Para aprender a ser uno mismo, uno con los demás y uno, con otros, para los demás.

Dando cabida a los intereses de los propios jóvenes.

No utilizando 'su' lenguaje, sino utilizando cada cual el suyo personal e intransferible. 

Sin marcar líneas para no salirse al pintar, sino dando alas para tirarse por las ventanas sujetos a un arnés con el que controlar los peligros y las dudas.

Sin miedo al error, porque hay opción de dar marcha atrás, cambiar de recorrido o aprender con lo que no queremos repetir.


Sí, hace ya mucho tiempo que esta forma de trabajar la vengo aplicando al trabajo con empresas, al trabajo con educadores, al trabajo de proyectos artísticos y sociales.

Y me apetecía aterrizar en los jóvenes. 

Los que son objeto de nuestra educación y a su vez son los transformadores del futuro.


Pues bien. Casi por azar ha llegado el momento y la oportunidad, y en la extraordinaria colección de Adolescer, 13 autores, 13 géneros, 13 textos... Tengo el honor de ser el número 13.

Hay doce textos maravillosos de autores contemporáneos como Gracias Morales, Llüisa Cunillé, Paco Zarzoso, José Sanchis... así hasta 13.

Y luego hay una propuesta que no es un texto, pero si es un cúmulo de propuestas dramatúrgicas.

No hay personajes, pero se necesitan intérpretes.

No tiene acotaciones, ni notas al pie, pero se proponen espacios, acciones, intervenciones artísticas y técnicas.

No tiene una propuesta escénica, sino que está abierta a todas las posibles.

Hay un fulcro, en vez de un director.

Hay un equipo, en lugar de un grupo.

Hay un proceso que es tan importante o más que el resultado.

Realmente, lo que propongo con este libro es sistematizar un proceso creativo para dar vida a un espectáculo escénico o a una multiplicidad de ellos, que realmente interese a un joven e interese a un posible público.

Porque al final, como dice mi maestro y hermano Chris Baldwin, ‘Teatro es contar historias’.

Y para contar historias he propuesto un sistema, un proceso de trabajo, una metodología, que no es pura teoría, sino que es la forma en la que llevo trabajando en escena más de 25 años, y mucha más gente antes, después y más que yo: Teatro de Creación.


Sí, por fin voy a empezar a escribir sobre Teatro de Creación para jóvenes.

Es consecuencia de mi tesis, pero no es gran parte de ella ni solo esa parte.

Es una propuesta inicial pero no será ni la única ni la última.

Eso sí. Es un marco envidiable, rodeado de textos escritos para jóvenes compañías por grandes dramaturgos y dramaturgas del panorama contemporáneo español. 


El número 13 es Teatro de Creación. Y para desarrollarlo se puede utilizar cualquiera de los otros 12 textos, o ninguno de ellos.


¿Te animas a explorarlo?

Le queda muy poquito para tenerlo entre las manos.

Las mías, y las de todo aquél que esté interesado.


Sólo añado que os recuerdo que la semana que viene comenzaré a trabajar el Seminario de entrenamiento creativo y expresivo con los que os estáis animando a apuntaros en momento@momentodc.es



¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.


@fbercebal

@ñaqueeditora

@creatividad

@teatrodecreacion




viernes, 17 de julio de 2020

Web nueva


Esta semana es distinta.

No voy a hablar de empresas, O... sí!!!

No voy a hablar de equipos, o... sí!!!

No voy a hablar de Devising Theatre, o... sí!!!

No voy a hablar de provocación creativa, o... sí!!!

No voy a hablar de Drama, o... sí!!!

No voy a hablar de Pedagogía de la Expresión, o... sí!!!



Porque esta semana solo os quiero invitar a que paséis por la nueva página web de ÑAQUE.


Nuestra empresa, esa que lleva ya 25 años dando la lata para intentar motivar a las personas a que lean teatro y a que utilicen herramientas del teatro, la expresión y la creatividad para mejorar la educación, la empresa y el arte.

Un equipo reducido pero muy comprometido, que se rodea de equipos en cada proyecto, en cada libro, en cada propuesta, para sacar de cada uno lo mejor que tiene. María, Natalia, Fernando, Adriana, Juanma, Jesús...

Libros de Devising Theatre y la propia filosofía y técnica del Devising para desarrollar proyectos como ADOLESCER.

Libros que buscan la provocación creativa como Talento Rebelde, para que sigáis mejorando en vuestra vida y vuestro trabajo.

Drama en libros, en textos, en historias, en la propia pedagogía y en un buscador que desgrana toda esta librería por géneros, colecciones, e incluso pudiendo elegir el número de personajes de las obras.

Y Pedagogía de la Expresión como buque insignia de esta editorial que sigue creyendo en la labor que hace y en que esa labor tiene un sentido y un valor por el que merece la pena seguir peleando.


Solo quería invitaros a www.naque.es

A partir de ahí, seguiremos trabajando.


¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.




jueves, 28 de mayo de 2020

La teoría de la margarita

Sí, no, sí, no, sí, no, sí…

Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…

Hablo de las margaritas o no hablo de las margaritas…

 

Una persona de entre vosotras, apuntó en un comentario de una de las entregas anteriores, que las decisiones del proceso creativo, a veces, se dejaban al albur de la teoría de las margaritas.

Yo diría algo más.

Más que las margaritas, se dejan al azar.

Aunque habría que preguntarse si, en la toma de decisiones, puede existir el auténtico azar…

 

Realmente no es otra cosa que utilizar un método que parece eximirnos de responsabilidad, de tal forma que, si sale bien, todos contentos, y si sale mal, siempre podemos sacar a relucir la frase tan manchega de ‘¡No estaba de Dios!’

 

No voy a darle muchas vueltas a las margaritas en sí porque, quien haya observado un poco, o haya leído al respecto, o haya ‘despetalado’, que no deshojado unas cuantas margaritas, sabrá que, salvo ejemplares con 34 pétalos, que son ejemplares no demasiado habituales, el resto tienen normalmente número impar de pétalos (13 o 21) Fibonacci dixit.

Sí, las margaritas más habituales tienen 13 pétalos, con lo cual, ante una duda de dos opciones, aquella con la que empecemos será la que salga al arrancar, o contar, el último pétalo.

Algunos un poco frikis, conociendo esta realidad, hemos deshojado margaritas en dos fases. Primero, quitábamos de un tirón un grupo de pétalos a ciegas, para no saber los que habíamos quitado, y luego seguíamos uno a uno, para dar cabida al auténtico azar.

Porque realmente, lo que buscamos con las margaritas es la intervención del azar.

 

Pero lo que trae una margarita al frente de este blog, aparte de ser una de las flores que más me gustan, es la simbología de no responsabilizarse de las decisiones.

 

Sí, elegir por azar, o sin justificar una decisión, no es otra cosa que intentar escurrir el bulto en la toma de decisiones.

Y aquí entro de lleno en las estructuras organizativas a la hora de trabajar.

 

En una estructura clásica, piramidal, donde las últimas decisiones las toma un responsable que se sitúa por encima de un grupo, en forma de nebulosa o de pirámide, este tiene la obligación de elegir, no precisamente con una margarita, qué campaña de promoción utilizar; de qué color pintar un espacio; en qué empresas invertir los fondos; qué libro de texto poner como obligatorio para el alumnado…

Este responsable, si es bueno en su trabajo, es porque siempre ha tenido cuidado de no tomar decisiones con margaritas, sino sopesando toda la información que hay alrededor.

¡Ojo! Lo hace así porque hay un objetivo concreto que conseguir. Vender más y mejor. Hacer más agradable y relajante un espacio. Conseguir más beneficios de inversión. Lograr que los alumnos tengan una herramienta útil y favorecedora del aprendizaje.

 

Y hago hincapié en este ‘¡ojo!’, porque también existe la posibilidad de que no exista un objetivo concreto a la hora de tomar una decisión y entonces, el azar, sea un buen aliado. O que el objetivo no varíe en función de la toma de decisiones.

Como, por ejemplo, repartir tres gorros de piscina de tres colores distintos entre tres novatos de la natación el primer día de cursillo. Elige un número del uno al tres. El azar repartirá los colores. Aunque es muy posible que intervenga la decisión personal y alguien ofrezca cambiar su color por el de otro, porque le gusta más o le hace los dedos de los pies más pequeños.

Sin embargo, el objetivo de que los tres lleven gorro de baño y se les pueda distinguir por los colores, seguirá a salvo.

 

Volviendo al responsable de la decisión en una estructura piramidal, no solo se juega el buen resultado de su decisión, sino su puesto en la estructura. Una buena decisión puede hacerle subir escalones, y una mala puede hacer que otros le sustituyan.

 

Pero y además, ya sabéis que llevo años defendiendo la estructura horizontal de las organizaciones.

Y no hablo de una estructura grupal en la que todos decidimos entre todos. Eso es una ameba sin estructura que diluye las responsabilidades, los objetivos y hasta los resultados, en función de cómo se adapte la ameba al éxito o al fracaso. ¡Aquí sí que entra el azar!

Si hay éxito, somos un grupo majísimo. Si no lo hay, nadie se siente responsable.

 

Hablo de una estructura horizontal auténtica. La propia del Teatro de Creación aplicado. Donde cada pieza tiene un fragmento de responsabilidad, un elemento estructural que puede consolidar o hacer temblar el bloque en su conjunto.

Aquí, si realmente perseguimos un objetivo del que tenemos que conseguir su máxima eficiencia y éxito, no vamos a utilizar la margarita. Vamos a utilizar la información y las propias decisiones de cada miembro del equipo en su ámbito.

Y aunque a veces haya decisiones que parezcan arbitrarias, en un buen proceso de Devising, cada bifurcación, cada recodo, cada ida y vuelta, cada ‘¡O… No!’, debe estar fundamentado en toma de decisiones lo más objetivas posibles.

 

En este formato, también te juegas el puesto, porque si tus decisiones hacen tambalearse el barco, no dejas de ser una pieza sustituible. Sin embargo, la ventaja es que, al ser un trabajo en auténtico equipo, si uno de los engranajes falla, la fuerza del resto de engranajes puede mantener el barco a flote mientras se modifica, reconduce o sustituye una de las piezas.

No es una decisión unitaria que decide por todos. Son todos los que hacen que el responsable final, tome la decisión.

 

Este último responsable será el fulcro que sea capaz de dirigir este barco horizontal, para que las decisiones dejen el menor resquicio al azar…


Aunque a veces, un buen fulcro, buscará el azar para sorprender, provocar, modificar y buscar caminos que enriquezcan, precisamente, el pensamiento creativo de cada miembro del equipo y del equipo como máquina a engrasar…

Pero eso es otra historia de la que hablaremos en otro momento.

 

Os lanzo, antes de despedirme, un pequeño ejercicio de memoria y análisis.

Quiero que penséis cuándo fue la última vez que tomasteis una decisión apoyados en el azar. Y quiero que lo analicéis bien, porque, ya adelanto, que más de uno se dará cuenta de que, aquello que elija pensando que fue el azar, cuando lo analice, se dará cuenta de que ese aparente albur no era sino la consecuencia de microdecisiones muy pensadas.

 

Ahí lo dejo.

 

Os espero.

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.


jueves, 21 de mayo de 2020

Cajones para la creatividad


No sé si os pasa a menudo.

Alguien abre un tema de diálogo, análisis o discusión.

Y antes de ponerte a escuchar nada ni a nadie, las ideas relacionadas con ese tema se te agolpan en la mente y casi en los labios deseando salir en tromba.

Y nunca mejor dicho en tromba, porque ni has escuchado lo que otros dicen, proponen o defienden, ni tan siquiera has organizado tus propios pensamientos que pueden acabar reforzando una idea y la contraria a poco que los dejes campar libremente a sus anchas.

 

Alguien te ha dicho en algún momento…

Acabas de leer un artículo sobre…

El refranero tiene para esto un…

Yo siempre he pensado que…

Einstein dijo…

 

En fin. Que funciona igual que cuando nos acecha un inminente peligro.

Lo que algunos denominan nuestro ‘cerebro 1’ o ‘pensamiento inmediato’, tiene un resorte por el que produce una respuesta sin reflexión, pero que en el caso de un peligro inminente es tendente a salvarnos la vida.

En el caso que nos ocupa, nuestro pensamiento inmediato tiende a lanzar, tal y como aparecen en nuestro recuerdo inmediato, todas y cada una de las ideas que nos sugiere el tema propuesto.

 

Y aquí es donde interviene el ‘pensamiento diferido’, el ‘cerebro 2’ o el ya más conocido pensamiento divergente, que no es otra cosa sino obligar a que nuestro cerebro piense de otra forma.

Y así, en lugar de huir siempre del peligro como por ley natural hace nuestro pensamiento inmediato, a lo largo de la historia, el ser humano ha logrado enfrentarse a él, calculando los riesgos, a veces con éxito, otras no tanto.

E igualmente, cuando nos acecha un pelotón de ideas y exabruptos a punto de desbocarse, nuestro pensamiento creativo es capaz de utilizar herramientas (de este tema hablaremos en otro momento), para escuchar de forma activa, reflexionar, colocar los pensamientos e ideas, relacionarlos de forma coherente o sorpresiva, y elegir la mejor de las ideas para intervenir en la conversación.

 

Todo esto no era más que una ‘pequeña introducción’ en la que sin duda en otro momento profundizaré, para hablar de los cajones creativos.

 

En algunos de los comentarios de entradas anteriores, se ha apuntado que por qué el pensamiento creativo está obligado a buscar objetivos más allá de sí mismo o porqué no es lícito que el objetivo del pensamiento creativo sea el propio proceso, sin necesidad de resultado.

Y por otro lado, se ha criticado el hecho de lo aparentemente fatuo que es reducir un proceso creativo a una ‘simple lluvia de ideas’.

 

Pues bien, al leer estos comentarios se me agolparon varias ideas a punto de saltar como fieras en el blog y, lo que he tratado de hacer es sujetarlas, ordenarlas y exponer algunas de ellas, muy brevemente, con posibilidad de profundización futura.

He obligado a mi cerebro a que pensara de otra manera.

 

La primera y principal es mi lucha desde que tengo uso de razón pedagógico-expresiva, de la importancia del proceso frente al producto.

Si bien en según qué circunstancias, el resultado es imprescindible, o el entorno y las obligaciones lo hacen imprescindible, siempre he defendido que la clave del trabajo expresivo y creativo está en el proceso, en dotar de herramientas (de nuevo herramientas) e ideas a la persona o el colectivo que trabaja en el proceso.

 

¡Y no se puede simplificar este proceso equiparándolo a una lluvia de ideas! Esa es tan solo una herramienta (qué pesado!) de las miles posibles para trabajar el proceso creativo.

Sin embargo, hay muchos más procesos que no son la generación de ideas espontáneas.

También hay procedimientos para la generación de ideas inducidas…,

de asociación abstracta…,

de relación absurda…,

u oposición discordante de ideas

Y, lo que es más importante, la cantidad de técnicas, procesos, herramientas (dale que dale!!!), juegos, ejercicios, planteamientos, que no son generadores de ideas, sino que preparan al individuo, al grupo y a sus pensamientos para ser mejores generadores de ideas.

Escucha activa, generación de equipo, expresión espacial, grupal e individual, capacidad de concentración, análisis, síntesis, estructuración y sistematización, sorpresa, improvisación…

 

Es decir, el proceso creativo no es ponerse a pensar… Es trabajar elementos que nos enseñen, entrenen y mejoren nuestra capacidad de pensar.

 

¿Para un objetivo distinto al propio proceso? Sí, por qué no.

Pero también por el puro placer de mejorar en nuestro proceso, de engrasar neuronas y sinapsis, de poner a punto nuestro cerebro para ser los mejores pensadores creativos posibles.

 

Entre las imágenes que se me agolpaban en la punta de la lengua o, en este caso el teclado, quiero recordar como aparente cierre, algo que he repetido hasta la saciedad en proyectos como ‘Caixa Escena’, ‘Cómo dice TE QUIERO un creador’, o en mis clases de Lectura y Análisis de Texto o Deontología y, cómo no, en todos los proyectos que he desarrollado utilizando las técnicas de Teatro de Creación:

 

¡Las ideas no se tiran! ¡Una idea nunca se desperdicia! Se guarda en un cajón, porque nunca sabremos cuándo y para qué podremos necesitarla algún día.

 

La frase surgió por primera vez, creo, cuando un participante adolescente se quejaba de que ninguna de las ideas que había propuesto al grupo había llegado al ‘producto final’. Se sentía frustrado porque no había aportado nada al proyecto.

 

Sin embargo, y esta es la clave, el hecho de generar ideas, procesos, ejercicios, dinámicas, herramientas (que sí…) para que un proyecto pueda elegir entre ellas lo que mejor se adapte, en ese momento determinado, con esas circunstancias y con los objetivos concretos a la necesidad del producto, ya es un logro en sí mismo, aunque no acabe formando parte de la idea final.

 

Con esas aportaciones, el producto se enriquece, el proceso se consolida, el grupo se cohesiona y cada persona aumenta sus cajones para la creatividad.

 

¡Claro que la creatividad y los procesos y pensamientos creativos pueden tener como objetivo el propio proceso sin ir más allá!

 

Nada mejor que aumentar nuestros cajones de ideas, de propuestas, de experiencias, de sensaciones, de técnicas y, sí…. de HERRAMIENTAS!!!

 

Pero de las cajas de herramientas hablaremos en próximas entregas.

 

Os espero.

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.


domingo, 19 de enero de 2020

Obligar a pensar de otra manera




El fin de semana pasado impartí lo que empieza a ser una tradición. Dentro del Posgrado de las Artes Escénicas y la Educación del Institut del Teatre, desarrollé el módulo de Dramaturgias y dinámicas teatrales en su sede en Vic.

Podría escribir no una, sino docenas de entradas de este blog explicando distintos detalles, anécdotas o contenidos de este módulo.

Sin embargo, quiero hablaros de algo que tal vez ya he podido entreverar en mi blog, y que fue una especie de mantra repetitivo en las 20 horas que estuve con este maravilloso grupo de alumnos del Posgrado.

No esperes respuestas creativas de propuestas convergentes.

No esperes una genialidad si tú no la provocas.

La única manera de conseguir que un grupo, una persona, un proyecto responda de forma creativa, es proponer de forma creativa.

Y para ello hay que obligar a que el cebero no visite lugares comunes ni situaciones o pensamientos obvios, sino obligar al cerebro a que piense ‘de otra manera’, esquivando una de las leyes de la no creatividad que es que el cerebro funciona bioquímicamente con la ley del mínimo esfuerzo (Carlos Luna dixit).

Pondré un ejemplo concreto de las 20 horas de Vic.

Había pedido a cada participante que trajera de casa un objeto extraño, un objeto con sonido impropio, y un objeto con una historia detrás.

Con el primero de los objetos, podríamos haber jugado, simplemente, a las adivinanzas. Que cada cual mostrara su objeto y que los demás adivinaran qué era realmente. Sin embargo, les propuse que escogieran un objeto que no fuera el suyo, e inventaran un uso y una explicación convincente. Es más, les propuse que lo integraran en un espacio con una utilidad concreta. Así obligamos al cerebro a pensar de otra manera y no ir, como suele ir el cerebro, a buscar la respuesta más rápida, inmediata y útil, sino obligarle a hacer giros con la posible historia del objeto y su uso. Su origen real quedó diluido. Nos importaban más las historias creadas a partir de, precisamente, ignorar su verdadero origen y uso.

Con el objeto sonoro, hicimos algo parecido. No se trató solo de adivinar con qué creíamos que estaban haciendo el sonido, sino, y de antemano, intentar sentir a qué nos recordaba. Qué podíamos recuperar de nuestra memoria sensitiva que pudiéramos identificar con lo que estábamos escuchando. Si esto lo sumábamos para contar historias, el grupo podría, como así hizo, generar dramaturgias sonoras que, si bien eran perfectamente identificables, se alejaban muy mucho de la propia significación del objeto y del uso habitual del objeto en la vida real. Obligamos al cerebro a pensar de otra manera.

El tercer objeto fue, quizás, el más sorprendente. Cada objeto lo había traído una persona y encerraba una historia real. Nuestro pensamiento aparentemente creativo, nos permitía poder contar una historia del objeto, que podríamos más tarde dramatizar o convertir en un micro espectáculo. No obstante, si nos hubiéramos reducido a ese ejercicio, cada cual habría utilizado su memoria unida al objeto y su historia real y, realmente, no habrían hecho otra cosa que recuperar lugares comunes y formas de explicar y contar ya reutilizadas en su vida y su forma de trabajar. Recontar. Nada más.

Pero y además, le dimos de nuevo una vuelta de tuerca al ejercicio y, tras cambios constantes de objetos, cada cual llegó a tener entre sus manos tres objetos con historia que no eran los suyos y de los que tuvo que preparar y pensar una posible historia unida a su experiencia. El cerebro está acostumbrado a asociar lo vivido con los objetos. ¿Pero unir la experiencia y lo vivido a objetos que nunca han estado allí?

El resultado final se expuso eligiendo objetos y pidiendo a ‘todos los dueños’ que salieran a contarnos su ‘auténtica historia’. Y la sorpresa fue que todas las historias fueron reales, auténticas, porque cada cual había obligado a su cerebro a conectar ese objeto, que nunca había intervenido en su vida, con experiencias reales, sensitivas, vividas y vívidas.

Consiguieron obligar a su cerebro a conectar sus neuronas en otro orden, de otra forma. Consiguieron obligar al cerebro a pensar de otra manera.

No quiero con la conclusión arrogarme un éxito mágico, porque este tipo de trabajos no es nada inusual, pero y además, quiero hacer hincapié que los resultados fueron interesantes en tanto en cuanto el cerebro de cada participante estuvo obligado a saltarse la ley del mínimo esfuerzo y obligado a realizar conexiones no habituales, distintas. Y esta obligación a pensar de otra manera, vino determinada por la forma de plantear el ejercicio, evitando los lugares comunes, las dinámicas ya utilizadas, las propuestas repetitivas, y las ideas convergentes.

Obligamos a pensar de otra manera, a base de hacer las propuestas de manera distinta.

No me canso de repetir, que ser creativo no es fácil porque obligar a nuestro cerebro a que piense de otra manera genera un gasto de energía mucho mayor, y ya sabéis que el cerebro es el órgano del cuerpo que más energía demanda.

Sin embargo, si no dejamos al azar, a los hados, a las musas o al ‘creativo’ del grupo la opción de que surja algo realmente sorprendente, y hacemos una propuesta que ponga la rampa de lanzamiento de tal manera que obliguemos al cerebro a pensar distinto, ahorraremos energía a cada cual, porque nosotros, como provocadores, ya les habremos dado un primer impulso.

Si queremos respuestas creativas, lo pondremos más fácil si hacemos propuestas creativas, provocadoras, divergentes.

Y este ha sido solo un ejemplo, al que seguirán muchos otros en este blog, que me encantará compartir con todos vosotros.

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.

miércoles, 1 de enero de 2020

Perseverar, que no insistir.



Hace más de 7 años comencé a escribir este vuestro blog
Y hace casi 3, escribí mi, hasta ahora, última entrega.
Era el Día Internacional de la Creatividad, el 21 de abril de 2017.

Con este lapso, a unos pocos les habrá parecido que había desaparecido.
Otros lo achacarán a mi falta de constancia.
Al resto de seguidores del blog les habrá extrañado.
Y la mayoría de las personas que habitan este maravilloso mundo, ni conocían el blog ni les habrá afectado que escribiera o no.

He de decir, y no es para mi descargo, que no he parado de escribir.
Para impartir cursos o clases.
Para generar ideas y proyectos.
Para contar cosas concretas a personas concretas.
Para animar veladas en taxis y, sobre todo, motivo de mi parada técnica en este blog, para finalizar uno de los proyectos más longevos, arduos y satisfactorios de mi trayectoria.
Dejé de escribir en este blog para escribir mi tesis doctoral y convertirme, el pasado 20 de noviembre, en el Doctor Bercebal.

Os aseguro que no me han crecido ni alas ni cuernos.
Que nadie me ha imbuido repentinamente un conocimiento epistemológico de ningún ámbito concreto.
Que sigo siendo el Fernando Bercebal que, los que se han cruzado conmigo alguna vez, han conocido.
Sin dobleces.
Algo políticamente incorrecto.
Optimistoide y, sobre todo, alguien que intenta ser creativo e intenta que los demás lo sean, por insistencia.

Porque, y en eso como en la mayoría de mi forma de actuar no he cambiado, sigo convencido de que la creatividad, como cualquier cualidad humana, es entrenable.

En una sesión de emociones en la que participé constaté que una de mis no cualidades era la perseverancia.
No solo porque me gusta hacer tantas cosas a la vez que a veces no atiendo suficientemente a cada una de ellas, sino porque le doy un plazo temporal en mi vida a cada proyecto y si, al cabo del tiempo dedicado y concertado, no veo la necesidad o el compromiso de continuar, prefiero dedicarle mi esfuerzo a otro proyecto.

Sin embargo, como cualquier otra cualidad humana, la perseverancia es entrenable y, en estos 985 días de retiro bloguero, he intentado entrenarla.
Me dije que tenía dos años para doctorarme y, a base de perseverancia, lo logré.
Y en este tiempo me han surgido cuestiones personales, laborales, de salud, de proyectos que, sin perseverancia, se habrían quedado en el camino o el olvido.

Os aseguro que, cuando algo o alguien merece la pena, perseverar, que no insistir, es algo llevadero, ilusionante y satisfactorio…
Y si, a pesar de la perseverancia, no se lograre el objetivo, habremos disfrutado del intento y del camino.

Y decía perseverar que no insistir, porque no se trata de hacer, decir, o pensar siempre lo mismo hasta derribar un muro.
Se trata de trazar caminos, frases, pensamientos, acciones, estrategias, entrenamientos… que nos lleven hacia nuestro objetivo de distintas maneras.
Se trata de respetar la ética y a la propia moral para lograr los objetivos sin arrepentirnos de los métodos.
Se trata de trufarlo todo de creatividad para divertirnos en el camino hacia el logro.
Y, sobre todo, se trata mostrar y demostrar a lo que o a quien esté al final del intento, que nos implicamos, nos esforzamos y realmente nos importa.

Os puedo asegurar que en este tiempo he encontrado proyectos que realmente me importan y para los que necesito ser perseverante.

Bien.
Quería recomenzar con este vuestro blog, con esa idea en la mente, en el corazón y en mi propio cuerpo: Perseverar.

El objetivo es escribir en este blog, una vez por quincena.
Si vemos entre todos que fluye, siempre habrá momento de acelerar.

El contenido, Teatro de Creación Aplicado.
Los destinatarios, vosotros.
El objetivo, compartir la experiencia y el saber acumulado y seguir aprendiendo y experimentando para no dejar de crecer.

Sí. Os puedo asegurar que, tras entrenar en la perseverancia, ¡¡¡no me canso!!!

Y para terminar este nuevo comienzo, a los que fueron, son y serán mi familia, mis maestros, mis amigos, mis confidentes, mis compañeros de trabajo, de diversión y de vida.
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Yo estoy aquí porque ellos están aquí..., y viceversa.

sábado, 26 de marzo de 2016

Teatro y muchas cosas más...

Teatro y muchas cosas más...


Mi rincón de trastos de teatro y demás tontunás.

Es de bien nacidos ser agradecidos.

Y aunque los que os habéis cruzado conmigo en los últimos tiempos, incluso en los penúltimos, me habéis conocido y reconocido como un Consultor Creativo, o un Pedagogo de la Expresión y el Drama o, incluso, un experto en Devising Arts...

Yo soy un hombre de teatro y lo tengo que reconocer.
El 27 de marzo, se celebra el Día Mundial del Teatro.

Ya lo celebraba yo cuando era joven en el colegio haciendo teatro, o un poco menos joven dirigiendo y programando actividades formativas en los cinco años de vida de la Escuela Regional de Teatro de Castilla-La Mancha.

Más adelante, lo celebraba con ediciones de libros y revistas y desde hace muchos años, traduciendo para el ITI (Instituto Internacional del Teatro) y para la revista ÑAQUE, el Mensaje Internacional que cada año firma una personalidad del arte de Talía.


Lo que pasa es que todo eso pasó mucho después de que el teatro entrara en mi vida, y ya no digo como actor, director, dramaturgo o pedagogo, todas ellas funciones que he desempeñado de forma amateur y profesional en distintos momentos de mi vida. Hablo de cuando entró en mi vida para quedarse, como forma de vida.

No quiero parecer ñoño, pero el día que, con algo menos de 4 añitos, me calcé unas alpargatas hechas a tal efecto y me vestí de hermano de pulgarcito, para salir al escenario junto con otros seis hermanos más a comernos una sopa de colegio para hacer la escena totalmente realista, empezó a entrarme ese veneno que dicen tiene el teatro, y empecé a aprender muchas cosas de forma inconsciente.

Últimamente utilizo esa catalogación del gran Carlos Luna y que yo citaba con otra nomenclatura del paso de ser Inconsciente Incompetente a convertirte en Inconsciente Competente, pasando obligatoriamente por los pasos de Consciente Incompetente y Consciente Competente.

Es decir, si quieres hacer las cosas bien, has de ser consciente primero de que, inconscientemente no las estás haciendo bien, corregirlas de forma consciente y acabar haciéndolas bien de forma inconsciente.


Y yo desde los 4 años empecé a ser un Inconsciente Incompetente del teatro.

Y cada año que pasaba en el que preparaba, trabajaba, compartía y, a veces, exponía una propuesta teatral, algunas más tradicionales y otras más experimentales, me fui haciendo cada vez menos incompetente, aunque aún de forma inconsciente.

Me he pasado casi medio siglo ejercitándome para convertirme en, al menos, un semicompetente consciente.

Porque tras tantos años en los que he pasado por todos los puestos y recovecos que tiene este arte milenario, puedo decir que soy consciente, muy consciente de muchas cosas y empiezo a darme cuenta de que soy competente inconsciente aplicando el teatro como si ya no fuera mi experiencia en este arte expresivo la culpable.

Sin embargo, le debo mucho, al menos un homenaje personal, pues todo lo que hago ahora tiene mucho que ver con aquello y con todo lo que he rozado, experimentado, sentido y vivido gracias al teatro.

Sí, ahora soy consciente completo de todo ello.


Ahora me doy cuenta de que salir y comerme la sopa y hacer que me gustaba era tan importante como el personaje protagonista de Pulgarcito. De que la labor aparentemente más insignificante tiene el mismo valor que lo que parece irreemplazable.

Ahora me doy cuenta de que a cualquiera de nosotros nos podía sustituir cualquiera de nosotros en aquella mesa. Porque nadie somos enteramente imprescindibles y todos aportamos algo propio e inimitable.

Ahora me doy cuenta de que si éramos seis hermanos, los seis debíamos colaborar en que la escena saliera bien, porque era una labor de equipo, más que de grupo.

Ahora me doy cuenta de que no solo se trataba de decir un texto, sino de realizar correctamente las acciones, llevar el adecuado vestuario y atrezzo, respetar al público y atender a las indicaciones de quien sabe más que tú en cada aspecto.

Ahora me doy cuenta de que cada hermano de pulgarcito era distinto porque cada uno de nosotros lo era, andábamos distinto, decíamos distinto, comíamos distinto y hasta éramos de distinta altura, complexión, voz, maneras...

Ahora me doy cuenta de que haberme lanzado a hacer de otro me facilitó la labor de ser empático, de ponerme en el lugar de otros.

Ahora me doy cuenta de que ponerme delante de un público arropado por mis compañeros y un equipo, me hizo romper algunas barreras de mi excelsa timidez o, al menos, ser consciente de mis límites para intentar superarlos y crecer con un arduo trabajo de desinhibición.

Ahora me doy cuenta de que estar atento a lo que los demás decían en la obra y saber cuándo tenía que pasar, hacer o decir, me estaba entrenando la escucha, y una escucha muy activa, colaborando en escuchar y ser escuchado por otros.

Ahora me doy cuenta de que la señorita Mari Prado (nombre manchego donde los haya), que me colocó allí con algunos compañeros de clase de lo que se llamaba Jardín de Infancia y que ahora sería Infantil de 4 años, estaba haciendo una labor educativa que iba mucho más allá de transmitirme conocimientos o trasladarme saber. Me estaba dotando de herramientas expresivas, creativas, humanas, para hacer de mí un ser humano mejor.


No sé si soy una buena persona, pero y además, sin duda, el teatro me ha hecho mejor persona de lo que hubiera sido sin teatro.
Y añado que las personas que me he cruzado gracias al teatro también me han hecho mejor.

El Día Mundial del Teatro es para celebrar el Teatro.

Dejadme que yo celebre haberme cruzado con el teatro y haberlo integrado en mi vida, en mi forma de ser...

Y dejadme que celebre haberme cruzado con cada uno de vosotros...

Quizás, algún día, alguien celebre haberse cruzado conmigo... Y la cadena siga.


Y… ya!!!


No me canso.
We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!

Os espero…

Seguiré dando tumbos por el teatro!!!



Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
Puedes compartir los contenidos de este post con todas las personas a las que creas que pueda interesarle. 
fbercebal@naque.es