El 1 de enero de 2020, hace ahora 365 días -falta 1 para que sean 366 del bisiesto-, empecé el año recuperando este vuestro blog y titulándolo persistir, que no insistir.
A fuer de ser sincero, -¡¡¡cómo me gusta esta expresión castellana donde las haya!!!-, no imaginaba que fuera a ser capaz de escribir semanalmente y, además, que fuera suficientemente interesante.
Lo de escribir, lo he logrado.
Lo de que haya sido interesante, os toca a vosotros juzgarlo.
Lo importante ha sido que he logrado persistir, una de mis virtudes quizás menos desarrolladas.
Puedo parecer un 'culo inquieto', lo reconozco.
Aunque queda mejor y quizás se adecúa más a la realidad, decir que soy poliédrico.
Porque, en el fondo, culo inquieto es aquel que no está a gusto mucho tiempo en un mismo lugar o con una misma labor u objetivo.
Yo quizás soy más de necesitar estar a varias cosas a la vez, porque a veces pienso que dedicarle todo mi esfuerzo a un solo proyecto es desperdiciar la polivalencia que atesora cualquiera de nosotros.
El caso es que, llámeseme como se me llame, este año he conseguido perpetuarme en este vuestro blog y es quizás una de los muchos aspectos buenos que me ha dejado este 2020, en el que he persistido y he consolidado muchas cosas que creo que merecen, y mucho, la pena.
Por supuesto, no puedo escribir el último post del año y no desearos un feliz 2021, pero y además, no soy de los que piensa que menos mal que se ha acabado el 2020.
He de reconocer que se me ha hecho corto, porque han pasado muchas cosas y como no nos hemos movido ni viajado apenas, las referencias espaciales han sido casi siempre las mismas.
Más de una vez seguro que os habéis sorprendido haciendo referencia a tal o cual cosa de este verano, cuando realmente esa referencia era del verano de 2019.
Sí, han pasado muchas cosas no ya en poco tiempo, sino en poca variedad de situaciones.
3 meses encerrados entre las mismas 4 paredes.
Semanas y semanas sin poder atravesar fronteras, ni siquiera, provinciales o locales.
Un año entero en el que las primeras líneas que se leían si abrías un periódico, u oías las noticias en la radio o la televisión, eran el COVID y los políticos.
¡Claro que ha habido gente que lo ha pasado mal! Tanto de salud, como de empleo, relaciones, dinero...
Y me incluyo. Soy de los que lo pasé 'podido con j' con este 'bicho' allá por el mes de marzo y no estoy en las estadísticas, acabé un periodo laboral en una empresa justo un 5 de marzo, y muchas otras cosas...
Pero y además, esta situación me ha forzado a construir nuevos objetivos, nuevos futuros y seguir siendo, como hasta ahora, optimistoide!!!
Y vuelvo al trigo de antes -como la castellana burra-. Quizás lo más extraño de este año es que la mayor parte de las situaciones las hemos tenido que vivir en los mismos entornos e incluso con las mismas herramientas de conexión telemática, por lo que la sensación es que hemos hecho o nos han sucedido pocas cosas.
Y no es así. Lo que sucede es que todas se han parecido entre sí.
Por mucho que intentáramos conectarnos con amigos, familiares o compañeros de trabajo, nos conectábamos a un ordenador.
Por mucho que pretendiéramos visualizarnos en otros lugares al hablar o conectarnos con personas lejos de nosotros, no dejábamos de conectar de casa a casa o de despacho a despacho.
Por mucho que pretendiéramos autoconvencernos de que la transformación digital ha venido para quedarse y de que todo se facilita haciendo las gestiones, la comunicación, la formación y el aprendizaje a través de las redes...
Lo siento, llamadme como queráis, pero lo que ha hecho que para mí este año haya sido menos bueno de lo previsto, ha sido no poder cambiar de referencias espaciales, no tener más cara a cara reales, no virtuales, no hablar, escuchar, mirar, rozar, a los demás, sin utilizar un interface.
Yo soy presencial.
Me gusta serlo.
Las personas lo somos.
Necesitamos todos los sentidos, incluso el arácnido, para comprendernos mejor, comunicarnos mejor, enseñar mejor y aprender mejor.
Necesitamos al grupo, al equipo, para que las reacciones, las expresiones corporales y faciales, los comentarios, sean en tiempo real y en espacio real.
Sé que grandes compañías de la formación y la consultoría -como E&Y entre otras-, han apostado por un 100% de virtualidad y lo han valorado como positivo.
Pero y además, ¿estamos seguros de que si no tuviéramos este 'pequeño condicionante' opinaríamos lo mismo?
¡Claro que hemos logrado adaptarnos, y hemos sacado lo mejor de nosotros! Docentes, discentes, formadores y formados.
Lo que sucede es que adaptarse a una situación no significa que tenga que ser la mejor. Puede que sea la momentáneamente más útil o menos mala.
Es cierto que el uso de la mascarilla ha venido para quedarse en muchas situaciones. Pero me niego a aceptar que la formación presencial se haya diluido para siempre.
Necesitamos vernos, tocarnos, compartir un mismo espacio, y necesitamos cambiar de espacios y de formas de comunicarnos para tener perspectivas distintas, proyecciones distintas, percepciones distintas.
En eso se basa la creatividad.
En eso se basa el ser humano.
No quiero ser ciborg... al menos mientras haya opción de no serlo.
Os invito a un 2021 con más presencialidad!!!
Y no tengamos miedo a estar juntos, cuando se pueda, porque lo que ganaremos será mucho más de lo que nos imaginamos...
Basta con pensar todo lo que nos hemos perdido este año.
¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!
Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.
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