Este vuestro blog se nutre de vuestros comentarios, de vuestras preguntas y dudas, y de vuestras preocupaciones.
Hace unos días, andaba yo en ambiente relajado con mi hermana María José, a quien no le funciona nada mal el coco, cuando salió a relucir el principio de la navaja de Ockham que, como no tiene una redacción unificada, resumiré de la siguiente manera:
'En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta'.
Surgía esta cuestión porque yo acababa de reiterar uno de mis casi mantras: la creatividad cuesta, y el pensamiento creativo es obligar al cerebro a pensar de otra manera.
A primera vista, podría parecer que son dos conceptos que se contraponen, pues uno busca la simplicidad y el otro se basa aparentemente, en huir de lo sencillo.
Si defiendes el pensamiento creativo, pareces defender la complejidad, si defiendes la navaja de Ockham, defiendes la simplicidad.
Sin embargo, la conclusión rápida a la que llegamos es que no son posiciones contrapuestas.
Es cierto que, según esta filosofía de la navaja, 'no hay que complicarse la vida para solucionar las cosas'. Y esto es aplicable a cualquier campo del pensamiento y la acción. Desde la filosofía a la ingeniería, pasando por la educación o el marketing y el business.
En el otro aparente extremo, el pensamiento creativo busca complicarle las cosas al cerebro para que no piense siempre de la misma manera, desde lugares comunes, con las respuestas ya sabidas y llegando a las mismas metas y conclusiones.
¿Pero acaso esto es incompatible?
El principio de la navaja de Ockham también es conocido como principio de economía, parsimonia o simplicidad, y aboga por la igualdad de condiciones para elegir la solución más sencilla como la más eficiente.
Planteemos un caso.
Ante un problema A, se nos ofrecen dos posibles soluciones. La número 1 es más complicada y necesita más esfuerzo y elementos que la 2. Elegiremos la 2 porque, normalmente, será la correcta.
Hasta aquí, el pensamiento creativo no tiene nada que decir a favor ni en contra.
Ahora imaginemos que ese mismo problema A se repite como A', al cabo de un período de tiempo suficiente como para que los elementos que necesitaba la solución 1 se hayan minorado y por tanto también el esfuerzo necesario. De repente, la evolución tecnológica o incluso la lógica, manteniendo el principio de economía, elegirá entonces la solución 1.
El pensamiento creativo sigue sin tener nada que objetar.
Por último, imaginemos que para solucionar el problema A, tras mucho tiempo A'', se siguen poniendo encima de la mesa las soluciones 1 y 2 y de repente, alguien, utilizando un mecanismo de generación de ideas a través del pensamiento creativo, logra añadir una solución 3, y una 4, y una 5, y una 6, así hasta 100 ideas posibles para solucionar el problema A''.
Es muy probable que esta vez, para el problema A'', y continuando con el principio de simplicidad, la solución más sencilla pase a ser la 37, o la 52, o la 88 o, quizás, vuelva a ser la 1.
Vemos pues que, el hecho de trabajar el pensamiento creativo para la búsqueda de soluciones, no es incompatible con Ochkam. Muy al contrario, lo que hace es abrir el abanico de opciones para que Ockham trabaje a sus anchas.
La creatividad no da LA solución. Lo que hace el pensamiento creativo es aportar diversidad de perspectivas, de principios de aproximación, de cuestionamientos, de propuestas... Expone todos y deja, a quien corresponda, la responsabilidad de elegir.
Como la imagen que ilustra este blog. Cuando pensamos en la naja de Ockham, la mayoría piensa en una navaja de barbero con mango de madera, rústica y sin más alharacas. El pensamiento creativo ayuda a verlas de colores y, por qué no, unas en un sentido y alguna que otra yendo a contracorriente de lo 'normal'.
Por eso siempre, en las formaciones de empresa, advierto que la diferencia entre la creatividad y la innovación, no es que la primera sea ya de por si innovadora. No. La creatividad ofrece al innovador multitud de posibles respuestas y quien haya de aplicar estas respuestas a la realidad, es quien debe determinar si lo que necesita es innovar, economizar, sorprender, mantener la tradición o, simplemente, seguir a pie juntillas el principio de la navaja de Ockham que, dicho sea de paso, deja claro que 'la solución más sencilla SUELE ser la correcta'...
O... no!
Lo único en lo que me ratifico como cuestión básica es que, para tratar de ser innovador, tratar de economizar, tratar de ser sorprendente o de mantener la tradición, resulta mucho más sencillo si anteponemos un proceso de pensamiento creativo que sacuda el árbol, que es nuestro cerebro, en conexión con los árboles de nuestro equipo, para partir de un conjunto mucho más numeroso y variado de propuestas y de ideas, que evite los lugares comunes, y que obligue al cerebro a pensar de otra manera, desde otras perspectivas y cuestionamientos, sean cuáles sean nuestros propósitos.
En fin, sigamos aportando ideas desde el pensamiento creativo para que aquellos que las necesiten tengan más de donde elegir. Puede que muchas de ellas no lleguen, aparentemente, a ningún sitio. Pero y además, acabarán en nuestro archivo de ideas donde puede que, algún día, las recobremos en cualquier otro proyecto o propuesta.
¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!
Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.