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jueves, 25 de junio de 2020

Conocer, recordar personas


La memoria es una capacidad con multitud de variantes.

Tenemos memoria a corto y a largo plazo, que indica la distancia temporal entre lo que se recuerda y el presente. La memoria a corto plazo suele ser más funcional y por eso, cuando el cerebro pierde flexibilidad, solemos acordarnos más de lo que pasó en nuestra niñez que de lo que hemos comido hoy.

Hay quien posee memoria eidética, como Sheldon Cooper, lo que viene a ser memoria fotográfica. Recuerdas con detalle lo que ves, incluso mucho después. Muchos hemos conseguido aprobar exámenes acordándonos del párrafo que estaba debajo de aquella foto en la parte derecha superior del libro de texto aquél...

Existe la memoria episódica, que es la que nos permite recordar hechos personales con nitidez, incluyendo sensaciones. Siempre se ha dicho que los mejores recuerdos de un viaje son lo que comiste, dónde y con quién.

Sin embargo, cuando surge este último factor, el 'con quién', la memoria se tiñe de emoción y hace que logremos proezas y antiproezas sorprendentes.

Yo suelo comentar que, ante un nuevo grupo de taller o trabajo, de entre 10 y 30 personas, soy capaz de memorizar sus nombres e incluso sus apodos inventados, en el primer cuarto de hora de la primera sesión.

Lo necesito. Es bastante poco agradable dirigirte a alguien como 'el de la camisa a cuadros', o 'la del pantalón tobillero'. Sobre todo cuando hay más de una camisa o de un pantalón iguales en el grupo.
Poder llamar a cada persona por su nombre, o por el nombre que te has inventado para ella, hace que la relación inmediata, profesional y pedagógica, sea más directa, eficiente y eficaz.

Por el contrario, al mismo tiempo que 'alardeo' de esta capacidad que no deja de ser un entrenamiento de la atención, confieso que, al acabar el curso, módulo o taller, me ocurre a menudo cruzarme con un alumno al día siguiente y no recordar su nombre, aún sabiendo que le conozco.

Es lo que yo llamo memoria útil.

Necesitas vaciar nombres, caras, apodos, para que quepan los siguientes u otra información.


La memoria se entrena. ¡Vaya que sí!
Y si a esta memoria le añadimos las emociones, la intensidad, calidad y durabilidad de esa memoria crece exponencialmente.

Y aquí permitidme que haga un guiño en homenaje a Domingo Serrano Dotor. Una persona con un excepcional entrenamiento de memoria humana.

Ah, claro, si no os presento a Domingo, difícilmente sabréis por qué lo traigo a colación. Domingo es, o fue, hasta el pasado día 23, 'El Gordo' de Almagro. 
Los habituales de la ciudad encajera, lo conocíamos sin remedio, pues regentaba, años ha, un bar en la plaza mayor donde su enorme humanidad apenas podía girar detrás de su pequeña barra, pero donde se degustaba la mejor pipirrana, el pollo en escabeche o la merluza rebozada, sin olvidarnos del pisto y la cerveza bien tirada. Luego cruzó la Plaza para tener más amplitud y los visitantes de la ciudad del Festival, durante el mes de julio, no perdonaban una comida o una cena a base de tapas de su cocina.

Pues bien. A Domingo lo conocí... mejor dicho, él me conoció a mí, cuando mis devaneos con el teatro clásico y Almagro eran más habituales.
Luego he pasado por Almagro muy de tanto en tanto.
La última vez fue el verano pasado, con una visita fugaz a su terraza.
No nos veíamos desde hacía más de 4 años.
Yo no dejé de saludarle y él no dejó de recordarme y de preguntarme por mis teatros y mis libros.

Sí, la restauración es una profesión donde la memoria del cliente es fundamental.
Pero recordar a una persona que pasa por allí cada tantos años y saludarnos como si nos hubiéramos despedido el día anterior, es mucho más que eso.
Es una memoria entrenada, con entusiasmo y profesionalidad.


En fin. Si todos aplicáramos esta capacidad de Domingo de memorizar a las personas, sus historias, sus vidas y sus intereses al trabajo diario, a la relación con nuestros alumnos, nuestros compañeros, nuestro equipo, nuestros clientes, os aseguro que nuestra capacidad y nuestra eficiencia crecería por momentos.

Yo lo intento, lo entreno.
Nunca llegaré a la suela de tus zapatos, Domingo.

In memoriam...
Gracias!!!


jueves, 18 de junio de 2020

Tan distintos ... y tan iguales!!!



Siguiendo con la idea de formar buenos equipos, con esa visión 3D de los componentes humanos del engranaje, hoy me voy a centrar en esas personas que aducen no tener ningún interés en el proyecto para convertirse en pasivos o incluso elementos que reman contracorriente.

No podemos luchar contra el desinterés. Es una decisión unilateral...
O...No!!!

Ciertamente, el desinterés puede parecer una decisión tomada desde un extremo del binomio proyecto-participante. Sin embargo, hay una frase lapidaria que suelo utilizar en formaciones relativas a la comunicación.
'Si tu mensaje no llega, no le eches la culpa al receptor. Modifica tu mensaje!!!'

En esta misma idea, si algún proyecto no motiva o dinamiza a un equipo, no esperes a que suceda el milagro de la motivación espontánea.
Posiblemente bastaría con cambiar la forma de exponerlo, desarrollarlo o expresar los objetivos y expectativas de otra manera.

¡Es muy fácil decirlo! Pero cual de las cien mil formas que hay para expresar una idea o un camino a seguir, es la adecuada para motivar, integrar y aprovechar el impulso creativo de cada uno de los miembros de un equipo que, al fin y a la postre, son individuos con características únicas, irrepetibles y difícilmente maleables.

Pues volvemos a una idea de la semana pasada. ¡Hay que conocerlos!


Si nos detuviéramos un poco a conocer a las personas que van a formar parte o forman parte de nuestro proyecto, nos resultaría un poco menos difícil dar con puntos claves de motivación y atracción.

Gustos y desagrados. Colores y sabores. Ritmos y estados de ánimo...

No digo que haya que hacer una versión del proyecto a la carta para cada persona que forma parte de él.
Solo digo que si necesitamos que la energía de una persona se implique de forma completa en el desarrollo de la actividad, conocer a esa persona, quién es, cómo es, para qué es... Nos ayudará mucho a lograr el objetivo.


Imaginemos un proyecto basado en músicas del siglo XX, en el que tenemos que involucrar a un individuo nativo digital a quien, todo año que no empieza por 2000 le parece antediluviano.
Muy posiblemente la propia música no estará en sus estándares de gustos y puede que no le  atraiga, le motive y acabe convirtiéndolo en una parte apática del proyecto, sin aportar nada positivo y, en algunos momentos, siendo un lastre.

Si no hemos dedicado tiempo a conocerle, posiblemente tengamos pocas oportunidades para arrancarle un poco de su energía. Pero y además si, al principio del trabajo en equipo, hemos dedicado tiempo a conocernos realmente entre todos, es posible que sepamos de esta persona que le encanta la imagen y su tratamiento, o que le gusta cocinar, o viajar. 

Bastaría con relacionar este proyecto que, a priori, va de música, con algunos de los temas y contenidos que puedan atraparle.

¿Os imagináis que le pidamos que haga una recopilación de imágenes de los intérpretes de los temas en los que estamos trabajando y los sitúe en espacios del siglo XXI o que equipare sus rostros a personas conocidas por el equipo o famosas de actualidad?

¿Qué tal si busca en cada canción una palabra que pueda asociar con un plato o una cultura gastronómica concreta y se dedique a buscar y elaborar esas recetas como complemento al proyecto?

¿Y si diseña un recorrido geográfico por los espacios, países o lugares que las canciones relatan, para generar un viaje cultural desde el proyecto?

Seguro que desde esa perspectiva, cambia su actitud y colabora con sus aptitudes a mejorar el proyecto global, el equipo.


Este ejemplo viene a colación por dos cuestiones que están relacionadas con el entrenamiento del pensamiento creativo: la asociación de ideas, y las búsquedas de los iguales y distintos.


Ya sabemos que uno de los entrenamientos básicos del pensamiento creativo es generar ejercicios de asociación de ideas, imágenes, palabras... Desde los binomios fantásticos de Rodari (versionados por De Bono en su libro Pensamiento Creativo), hasta 'jueguercicios' de networking empresarial en los que obligamos a los participantes a intentar generar una joint venture con cualquiera de los demás participantes al azar, es decir, conseguir fusionar dos proyectos empresariales en uno, unificando objetivos o logrando un quid pro quo.

Este tipo de entrenamiento nos puede servir para ser más eficaces y despiertos a la hora de asociar cualidades y aptitudes de los miembros de un equipo, con los objetivos principales o secundarios de un proyecto.


Por otro lado, el pensamiento creativo se nutre de buscar elementos de conjunción donde no parece haberlos, y en distinguir lo nuevo, lo diferente, entre lo que parece completamente uniforme.

En este caso, hay un ejercicio que suelo desarrollar en los primeros momentos de la formación de un equipo y que también he sacado a relucir cuando un grupo, al que se le supone ya conocimiento mutuo, demuestra que no se conocen tanto.

En primer lugar pido que busquen manos que se parezcan a las suyas. Esto parece fácil, aunque siempre habrá quien dude si se trata de tamaño, color, piel, uñas, dedos o todo junto. Luego se complica con el pelo porque, aunque nos conozcamos personalmente, a veces tenemos idealizado el pelo y nos unimos a gente cuyo cabello no es tan parecido al nuestro. De nuevo dudas de forma, grosor, color, longitud... Finalmente, los ojos. En este caso precisamos de un juez que dictamine si nos hemos asociado con un miembro del equipo que realmente tenga los ojos parecidos a los nuestros.

Esto es un mero calentamiento. Lo que estamos buscando es intentar asociarnos a la persona del grupo que más se parezca a nosotros. 'Pero, ¿físicamente?' Y yo suelo responder con un ambiguo... 'En principio...'

Una vez que el grupo se asocia por parejas o tríos de parecidos, les pido que busquen entre ellos al menos tres aspectos totalmente diferenciadores. Con ello les demuestro que cada uno puede aportar al equipo aspectos que nadie más puede aportar porque todos somos distintos, somos únicos y podemos aportar aspectos más que valiosos desde nuestra singularidad.

Y entonces surge el lema del circo: '¡Más difícil todavía!'
Les pido que busquen a la persona más diferente a ellos en el grupo.
Una vez formados los pares o tríos, les pido que busquen al menos tres elementos idénticos o tres identidades entre ellos.
Esto ayuda a hacerles ver que por mucho que pensemos distinto, que hagamos distinto, que digamos distinto, siempre podemos encontrar puntos de unión y refuerzo entre nosotros.


Pues con estas dos ideas, conociendo bien al grupo y sus identidades e intentando estar en un continuo ejercicio de relación de ideas, podemos lograr buscar un elemento que logre llamar la atención o motivar a ese individuo que al principio de esta entrada del blog, refunfuñaba o simplemente 'pasaba' del proyecto.

Como siempre digo, nadie dijo que fuera fácil. Sin embargo, más vale contar con alguna herramienta, técnica, jueguercicio o habilidad entrenada, que dejarlo todo al albur de lo que quiera suceder y lo que cada uno decida involucrarse en el proyecto.


Por supuesto, este es solo un pequeño ejemplo.
Hay muchas otras maneras, pero serán en otros momentos.

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.









  

jueves, 11 de junio de 2020

¡Esto es lo que hay! · El factor humano


Algún comentario recibido y conversaciones mantenidas en las últimas semanas me hacen volver a un tema que me entusiasma y sobre el que no dejo de aprender: la gestión de equipos.

Solo utilizaré dos líneas para recordar que hablo de equipo, y no de grupo. Podéis ahondar más en esta idea y diferenciación en esta otra entrada del blog, nada menos que hace casi 5 años y medio.


La variable más compleja en cualquier proyecto artístico, creativo, educativo, social o empresarial es, sin duda, el factor humano.
Y lo qué es más importante, no solo es la más compleja sino que también lo es, le pese a quien le pese, la que da más valor añadido a cualquier proyecto. La que más hay que cuidar.

Pues bien, la cuestión que nos ocupa hoy es, ¿qué hago yo con este equipo?

Esta pregunta tiene trampa.
O mejor dicho, su respuesta.

En la mayor parte de los proyectos en los que me he embarcado, yo mismo he elegido, seleccionado y orientado a mi propio equipo. Esto facilita en grado sumo la ejecución de un proyecto, ya que se supone que se ha elegido a los miembros del equipo por sus cualidades, su perfil y su implicación para con el proyecto.

En estos casos, el equipo en sí debería ser un paso muy importante para el éxito del proyecto, aunque la dificultad o el reto estriba precisamente en esa selección.
Pero y además ese es un tema que trataremos en otro momento. El de cómo seleccionar un equipo adecuado para un proyecto.

Hoy, sin embargo, nos centramos en qué pasa cuando acudimos a la llamada de alguien y nos encontramos con una estructura ya formada de personas y funciones o, simplemente, pertenecemos a una entidad o colectivo cuyo equipo es el que es y tenemos que afrontar cualquier propuesta con las personas que tenemos.

¡Esto es lo que hay!

Pues es quizás una de las labores más habituales que habría que ejecutar en cualquier proyecto y a la que menos se suele dedicar tiempo.
Porque sencillamente, el equipo con el que se cuenta es el que es, las funciones vienen predeterminadas, e intentar desestructurar una estructura solidificada y muchas veces anquilosada, no solo da pereza sino que muchas veces parece inútil.

Así que salimos por donde y como podemos, y ya está.

Pasa en centro educativos de todos los niveles y sus claustros, en empresas con cualquiera de sus departamentos, e incluso en proyectos artísticos, sobre todo en aquellos que dependen de estructuras oficiales o estancadas en el funcionariado, en el buen y regular sentido de la palabra.


Es como cuando tenemos que hacer algún tipo de acto, propuesta pública o reunión, y no podemos elegir el espacio para celebrarlo porque nos viene dado... Pues como es lo que hay, ni nos preocupamos por él. 
Sin embargo, una mala o nula adaptación o comprensión del espacio puede provocar unos nefastos resultados, sin aparentemente saber su causa. 

Conviene, por tanto, dedicarle un poco de tiempo a su preparación, pues evita muchos descalabros.
Pero y además esto es motivo de otra entrada del blog... El espacio...


Dediquemos pues tiempo a 'hacernos con el equipo'.
Ese equipo impuesto, heredado o perenne, para evitar descalabros futuros de los que no sepamos averiguar su causa y que no será otra que la mala gestión del factor humano. 

Dejadme que de tres claves, sin desarrollarlas en toda su extensión, porque sería motivo de una nueva tesis.


1.- Conocer al equipo

Cuando hablo de conocer no hablo de descubrirlo.

Una prueba que suelo hacer cuando llego a impartir algún módulo de un máster o un curso al que acudo cuando los alumnos llevan semanas o meses juntos, es hacer una inocente pregunta...
'¿Os conocéis?'
La respuesta unánime y convencida es un sonoro '¡Sí!'.

Entonces empiezo, de nuevo inocentemente, a cruzar preguntas entre ellos como: '¿Sabrías qué regalarle en su cumpleaños? ¿A qué le invitarías a comer? ¿Con quién te irías de viaje a dónde? ¿Con quién no y por qué?'...
La mayoría de las preguntas se quedan sin respuesta, lo que hace que yo concluya en otro sonoro '¡Entonces no os conocéis!'

Es una manera provocadora de hacer conscientes a todos de que conocer no es solo sabernos los nombres y sus responsabilidades. 
Hay que tener información sobre sus cualidades y habilidades. Sus filias y fobias. Aquello por lo que darían todo y aquello que no les importa lo más mínimo.

Y en este recorrido por sus perfiles, viene la segunda parte fundamental para 'adoptar un equipo'.


2.- Ser conscientes de su implicación con el proyecto.

Una vez conocidos los perfiles, actitudes y aptitudes, relaciones entre ellos y con la institución o empresa que los acoge, de nada nos serviría volver a caer en el error del molde, y asumir que, fuere cual fuere el proyecto, A siempre va a reaccionar como A, y no como A', A'' o incluso Z.

Una persona organizada, normalmente responsable de la gestión de las necesidades, si no se siente atraída por un proyecto en concreto o incluso este le causa aversión por cualquier motivo personal, formal, ético o estético, es muy posible no solo que baje su rendimiento, sino que pueda convertirse en un palo en las ruedas de forma casi inconsciente o, lo que es peor, conscientemente.

La sal gorda puede ser un gran aderezo, pero si no nos planteamos que para un pescado podemos utilizarla en grandes cantidades haciendo una cama y una cobertura para meterla en el horno, mientras que para una carne roja no conviene utilzarla antes de la cocción para que no suelte agua y se seque o que para una ensalada conviene mezclarla con el resto del aderezo antes de aliñarla, podremos estar utilizando una hermosa cualidad de forma errónea en función del proyecto.

Esta fase es muy importante. Aquella persona en la que confiamos gran parte del peso en un proyecto A, es posible que para un proyecto B no se sienta implicada, motivada o arrastrada y, por tanto, debamos utilizar ese elemento humano con menos peso específico para esta segunda propuesta.

Y aunque habría que desarrollarlo más (puede que más adelante en otra entrada), la implicación con el proyecto se puede analizar en 3D. Es decir, en tres variables que pueden conformar un mapa de tres dimensiones para situar a cada persona en el universo de un proyecto:
Activo-Pasivo, Proproyecto-Antiproyecto, Motivado-Desmotivado.

Hay personas de por sí activas y otras que hay que arrastrar. Esta variable es quizás la menos variable de todas aunque saltemos de un proyecto a otro. Los activos lo son, o no lo son... O... no!

Sin embargo, el que una persona sea activa no implica indefectiblemente que ayude a la consecución de los objetivos. Ya que uno puede ser favorable a los objetivos pero ser pasivo y no aportar mucho y, en el lado contrario, puede que haya alguien muy activo pero que no comulgue en absoluto con el proyecto, con lo que toda su actividad obligará a tener que remar con más fuerza, contrarrestando su acción contraria al proyecto.

Aún así, alguien pasivo puede convertirse en activo gracias a la motivación y una persona activa contra el proyecto, puede perder motivación y convertirse en una fuerza menor a tener en cuenta.

Estas tres variables (y muchas más que hacen mucho más complejo este mundo de los miembros de un equipo), nos obligan a tener en cuenta la tercera clave


3.- Aprovechar su potencial al máximo.

Si sabemos que él o ella han sido muy activos en el pasado en otros proyectos, ¿por qué no vamos a poder conseguirlo para este?

Si una persona es muy proactiva pero gasta sus energías en contra de los objetivos del proyecto, ¿por qué no intentar reconducirla para que esa energía se convierta en positiva?

Si encontramos que gran parte del equipo está desmotivado por este proyecto, ¿por qué no indagar en otros elementos que puedan motivar su proactividad y su interés? ¿Y si la motivación no está en los objetivos pero sí en el proceso? ¿Y si no está en el proyecto, pero sí en el equipo? ¿Y si no está en el ahora pero sí en el futuro inmediato o a medio plazo?

Si en el equipo tenemos personas con altas dosis de energía, tenemos que hacer lo posible porque esa energía impulse en la dirección correcta.

Si tenemos parte del equipo motivada, nos tienen que ayudar a motivar al resto.

Si hay miembros del equipo que están convencidos del proyecto, de su proceso y sus objetivos, hay que conseguir que saquen toda su energía, aunque no estén acostumbrados a hacerlo.


Como veis, estos son tres de los elementos fundamentales para poder afrontar con cierta garantía un proceso y unos objetivos en un proyecto con un equipo predeterminado.

Pero claro, ahora viene la gran pregunta: ¿Cómo?

¿Cómo conocer al equipo?
¿Cómo ser conscientes de su implicación en el proyecto?
¿Cómo aprovechar su potencial al máximo?

Por supuesto que esto será objeto de otras entradas en este blog pero y además, como existe una casuística casi infinita, quiero convertir esto en una especie de ensayo de consultorio de la Señorita Francis, un poco para que os deis cuenta de cómo funcionaría un Seminario de orientación para gestión de proyectos artísticos, culturales y creativos.

Yo os provoco dando un marco general con multitud de probabilidades y combinatorias, vosotros me concretáis algún caso que tengáis cerca o con el que os estéis enfrentando, y yo aterrizo la propuesta a vuestro caso concreto, tratando de lanzaros 'jueguercicios', técnicas, orientaciones, para sacar lo mejor de vuestro equipo de cara a vuestros objetivos.

¿Os apetece jugar?

Podéis empezar...

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.


jueves, 4 de junio de 2020

¡Lo importante es hacer!



Esta es una de las últimas frases de mi primer libro publicado, 'Drama. Un estadio intermedio entre juego
y teatro.'

A priori nada tan sencillo y a la vez tan complicado. Hacer.

En el libro, esta frase trata de resumir la idea de que, por mucho que teoricemos, por mucho que nos lancemos a discusiones o razonamientos, nada acaba teniendo sus efectos si no se traduce en un hacer. Invito a dejar de leer y ponernos a hacer.

Traigo a este blog esta idea, que tiene 25 años y que aún defiendo sin ambages, a causa de un no tan nuevo disparador.

Mi 'hermano' Chris Baldwin, colgó hace un par de días en su Facebook, esta cita de Martin Luther King


“More and more I feel that the people of ill will have used time much more effectively than have the people of good will. We will have to repent in this generation not merely for the hateful words and actions of the bad people but for the appalling silence of the good people."

('Siento cada vez más que las personas de mala voluntad habrán utilizado su tiempo de forma mucho más efectiva que las de buena voluntad. Nos tendremos que arrepentir en esta generación no simplemente de las palabras y acciones de odio de la gente mala, sino del abrumador silencio de la gente buena.')

Martin Luther King.


Efectivamente, lo importante es HACER, no solo porque para llegar a un objetivo hay que subirse las mangas ('arremangarse' creo que se entiende mejor) y ponerse manos a la obra, sino porque la inacción provoca que las acciones que van en otra dirección o en dirección contraria, se magnifiquen o cobren más sentido.


Sabéis que este blog no es ni político, ni social, ni religioso, ni moral... Sin embargo sí persigue ideas importantes e interesantes para mejorar como educadores, artistas, emprendedores, trabajadores sociales...

Para ello muestro técnicas, ejercicios, juegos o reflexiones que se nutren del Teatro de Creación y otros ámbitos, con el fin de mejorar el trabajo por proyectos, el trabajo en equipo, y el desarrollo personal del individuo.


Hacer vs. Inacción.

Mejor hacer.


Esto no significa que cada uno, desde su individualidad intente cambiar el mundo.

Las técnicas del Teatro de Creación nos enseñan que cada uno debe dominar su ámbito al máximo y estar abierto a la escucha y a la colaboración con los demás.

En una producción musical, un guitarrista no tiene por qué ser el que más sepa de la mesa de sonido, pero el técnico de mesa podrá entablar diálogo con él para que, desde la perspectiva de su guitarra, la mezcla y el sonido suenen como a todo el equipo le gustaría que sonara.

En una empresa, el responsable de comunicación no tiene por qué conocer las vías de distribución y venta de un producto, pero el director comercial debe entablar un diálogo efectivo con comunicación para que los esfuerzos de ambas partes se conjuguen hacia el objetivo mayor.


Desde muy pequeño, he tenido vocaciones que, entre otras cosas, buscaban mejorar el mundo, la historia, el universo.

Luego maduré y pensé en acciones que pudieran mejorar mi país, o mi región (antes eran regiones...)

Poco a poco me di cuenta de que debía esforzarme por mejorar la educación, la universidad, la empresa...

Y finalmente la conclusión a la que he llegado tras unos decenios de madurez, es que lo importante es hacer pensando en los que tienes más cerca y en tus obligaciones más inmediatas.


Hacer para que los que tienes cercan sonrían.

Hacer para que los que dependen de ti, aprendan.

Hacer para que el entorno donde habitas siga siendo habitable.

Hacer para mejorar tu forma de ser, sentir y saber.

Hacer para Crear, Crecer y Creer.


No es que deje el resto para el 'efecto mariposa'. Pero y además, si todos mantuviéramos esas pequeñas máximas, otro gallo cantaría en una sociedad que se aprovecha de la inacción de los honrados, de los trabajadores, de los honestos, de los saludables, de los sonrientes, de los creativos, para campar a sus anchas.


Hoy, como veis, solo os pido eso.

Que dejéis de pensar y elucubrar y os dediquéis a hacer.


Y si alguno tiene alguna duda de cómo o qué hacer en este campo de la expresión y la creatividad aplicadas, que pregunte, provoque, plantee o haga algo para poder contestar en próximas entradas.

Os espero.

¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.