Cantantes o grupos de música, programas de televisión, deportistas, eventos locales e internacionales...
Uno de esos referentes suelen ser películas, que uno ha visto en cierto momento de su vida y que le han marcado de alguna manera la infancia, la adolescencia o la madurez.
De entre todos vosotros, mis lectores, habrá quien tenga como icono a 'Indiana Jones', 'Regreso al futuro', 'Grease', 'Alien', o 'La guerra de las Galaxias' y más recientemente, 'Titanic', 'Avatar', 'Harry Potter' o 'Frozen'.
Pues bien, no era un icono pero, una importante referencia de mi niñez y de la de mis padres, fue siempre 'El Mago de Oz', con Judy Garlan, considerada como la mejor película infantil de todos los tiempos.
Ayer volví a ver 'El Mago de Oz' después de muchísimos años. Además de no recordar buena parte del argumento o, mejor dicho, de las escenas que recorren el guion, me di cuenta de que la magia que en su día me hacía ser ferviente defensor de la producción de 1939, había desaparecido. Incluso algunos usos del lenguaje, algunas escenas y algunos personajes, me resultaban histriónicos, insulsos o innecesarios.
Sin mencionar el hecho de que, tal y como acostumbran algunos a evaluar la moralidad de antaño con los cánones actuales, no pasaría el corte ni de la igualdad de género, ni del cuidado de la infancia, ni de muchos otros paradigmas actuales que, insisto, no tiene sentido aplicar a hechos o propuestas que se crearon en otro entorno histórico y cultural.
Todo este preámbulo para hablar de que, queramos o no y para mejorar nuestras capacidades y nuestro pensamiento, nuestros referentes, a menudo, dejan de serlo.
En pensamiento creativo y en nuestro entrenamiento expresivo, no solo no viene mal sino que, de vez en cuando, es imprescindible cambiar los referentes o, al menos, estar abiertos a nuevos elementos que nos hagan modificar nuestras percepciones, nuestros puntos de vista, nuestras opiniones e incluso nuestra forma de pensar, hacer y decir.
Y digo que a veces es imprescindible, porque alguna vez ya he dicho en este vuestro blog que hay artistas que dejan de ser creativos cuando, después de dar una salto en su creación o de conseguir un éxito reconocible, reiteran e insisten en las mismas fórmulas que sorprendieron en su momento pero que, irremediablemente, una vez repetidas, dejan de hacerlo.
Es una de esas paradojas que tiene el pensamiento creativo.
Necesitamos entrenar y, por tanto, repetir ejercicios y fórmulas que nos permitan evolucionar y crecer en nuestras capacidades creativas pero y además, necesitamos cambiar de rumbo, de estrategias, de referentes, para conseguir provocar a nuestro cerebro para que piense de otra manera.
Sí, cambiar los referentes nos ayuda a mejorar nuestra capacidad creativa y si deseamos entrenar de forma continua, debemos incluir en nuestro entrenamiento esta gestión del cambio en nuestros procesos.
Y lo afirmo aún a costa de que eso suponga que, si acaso yo fuera referente de alguno de vosotros, os estaría invitando a que buscarais otros más allá de este blog o de mis libros o pensamientos.
Si queremos soluciones distintas, hay que pensar de forma distinta.
Si queremos dar saltos creativos, hay que provocar el cambio en nuestros referentes creativos.
Es parte de nuestro entrenamiento continuo.
¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!
Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.
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