¿Cuánto dura un reloj de arena?
Sí. Yo también he caído.
Como empieza un nuevo año, parece que hay que escribir,
felicitar, desear, recordar, reflexionar, ponderar y todos los infinitivos que
se nos ocurran.
Parece que el uno de enero de cualquier año empiezan
cosas únicas, distintas, nuevas…
¿Por qué?
Consideremos que el tiempo no es más que otra dimensión.
Como el resto de dimensiones, sirve para medir, unir,
separar, distanciar, marcar ritmos…
La dividimos en dimensiones porque los seres humanos
necesitamos referencias…
Sin embargo, cuando pedimos que nos corten el fiambre
fino, no utilizamos medidas de anchura. Utilizamos sensaciones, colocamos los
dedos más o menos cerca y decimos ese ‘así’ tan bonito que el charcutero interpreta
a su antojo.
Cuando nos citamos con alguien en una ciudad desconocida,
no preguntamos la distancia en unidades de medida internacional. Usamos el
consabido ‘está cerca de…’ o ‘pegaíto a…’ o incluso utilizamos otra dimensión
como el tiempo para definir que está a menos de 5 o 10 minutos.
Y si hablamos de altura, ya sabemos esa sensación que se
cura con la edad, de lo altísimo que tu profe de infantil guardaba aquello que
tanto te gustaba y escondía en un estante inalcanzable de la clase. Con los
años, nos sorprendía que eso pudiera ser un escondite ‘tan a la vista’.
Desde luego, no decimos que vivo a 245 kilómetros ni que
tu ventana está a 4,5 metros del suelo, ni que tus ojos son inmensos con esos
3,85 centímetros del lacrimal a la otra punta (que no sé si tiene nombre).
Si el tiempo no es más que otra dimensión… ¿Por qué nos
empeñamos en repasar los 365 días inmediatamente anteriores a un 12 de
diciembre a las 12 horas de la noche?
¿Por qué no repasar los últimos 29 o los últimos 1.273
días de tu vida?
¿Por qué tomar como medida un año?
¿Y por qué desear lo mejor en los próximos 365 y no que
tus deseos se te cumplan en tres meses, en 34 días o esta misma noche?
Normalmente, las cosas importantes de la vida no tienen
medidas exactas de longitud, anchura o altura. Menos aún, no duran porciones
exactas de tiempo.
Una vida!!!
¿Qué es una vida? ¿Un segundo? ¿Un año? ¿90?
Sí parece que estamos seguros de que un ratito no es una
vida y para un ratito hay cosas que preferimos no iniciar …
Pero y además, hay instantes que se nos hacen eternos… A
veces por lo que cuesta soportarlos y a veces porque nos llenan a borbotones y
parece que no acaban jamás!!!
¿Una buena sesión de creatividad debería durar 45
minutos? Eso dicen los popes de la creatividad, pues es la duración máxima de
la capacidad de atención de un auditorio…
¿Dos horas? Entre lo que se tarda en arrancar y lo que se
pierde en vano…
¿Lo que el cuerpo aguante? Mientras vosotros no queráis
parar yo no paro…
Y cambiar la educación, ¿qué nos va a llevar?
¿Una generación?
¿Dos cursos?
¿La vida misma?
Y la felicidad… ¿Cuánto dura?
¿Lo que un beso?
¿Lo que una mirada?
¿Lo que un alumno en darte las gracias años después de
haber salido de tus manos?
Una sonrisa puede permanecer grabada SIEMPRE.
Y un enorme canal interoceánico se puede atravesar en
apenas unas décimas de segundo.
El tiempo es una dimensión alterada.
Está constreñida por los calendarios, los relojes, los
cronómetros, los nanosegundos de respuestas del click de un ratón o de la
pulsación de nuestro dedo en la pantalla.
Sin embargo, si bien la altura, la anchura y la longitud
son dimensiones que, razonablemente estimamos comunes aunque para algunos es
alto lo que para otros bajo, etcétera, el tiempo….
El tiempo está alterado porque no lo sabemos manejar ni
tenemos referencias que nos sirvan a todos.
Por eso me encantan los relojes de arena.
Porque, ¿cuánto dura un reloj de arena?
Pues, ¡¡¡exactamente el tiempo que tardemos en girarlo!!!
Sí. Me encantan los relojes de arena porque el ritmo, y
la dimensión del tiempo se la damos nosotros a nuestro antojo.
Y estaréis de acuerdo conmigo en que hay momentos en que
desearíamos que el tiempo se detuviese o se estirara como un chicle, y momentos
en que desearíamos que el tiempo pasase como un rayo sin apenas dejar rastro.
Yo quiero un reloj de arena y quiero que mi vida
transcurra al ritmo que yo le de vueltas…
Ya sé que diréis que eso es imposible. Que el tiempo es
inexorable. Que el día tiene 24 horas y que hay veces que uno no da más y otras
que nos hartaremos de esperar para… nada….
Pues yo os digo que lo voy a intentar.
Que voy a vivir mi reloj de arena y que cuando lo necesite
le daré vueltas como si de un yoyó se tratase y otras que intentaré que la
arena caiga grano a grano para que todo dure mááááááááásssssss.
¿No perseguimos la creatividad?
¿No queremos ser distintos, divergentes, divertidos?
¿No buscamos denodadamente aquello que nos haga felices?
Pues yo quiero mi reloj de arena.
Para alterar el tiempo y el resto de dimensiones….
Y si la arena es verde… Miel sobre hojuelas!!!
Espero vuestras opiniones…
Y no me canso.
Por mucho que tenga que esperar!!!
Ya me encargaré de darle las vueltas al reloj de arena,
según nos convenga!!!
We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!
Os espero…
En algún lugar, hacia alguna parte…
Y, con respecto al tiempo… SIEMPRE!!!
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