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martes, 13 de mayo de 2014

Ayer fue ayer...


Ayer fue ayer… 

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Este horizonte es… mirar al pasado, o mirar al futuro?… Amanece o anochece???


Tras este largo lapsus, he tenido la tentación de disculpar mi silencio de mil maneras distintas, hasta que decidí el tema del que hablar y eso me hizo cambiar de opinión.

Me planteé hablar de la necesidad de ser sinceros con el educando cuando haces de educador, evitando el excesivo paternalismo o la superprotección… Lo dejé pasar…

Me planteé hablar de los sorprendentes resortes aparentemente inocuos que cualquiera necesita para iniciar una creación… Lo dejé pasar…

Me planteé hablar de la necesidad que tenemos de la perspectiva del ‘otro’ para crear y de cómo nos resulta tan difícil, a veces, pensar ‘desde el otro’... Lo dejé pasar…

Me planteé hablar de lo dispuestos que estamos a hacer cosas por los demás, cuando, si nos fijamos, en el fondo lo hacemos por nosotros mismos porque somos felices haciendo felices a los demás… Lo dejé pasar…

Me planteé incluso hablar de amor en San Valentín, de la máscara en Carnaval, del ejercicio en época de nieve, de florecer en primavera, o de hasta qué punto nos sacrificamos en la educación… Lo dejé pasar…

Y recordé una frase que alguien me repite de vez en cuando: ‘Ayer fue ayer…’

Sí, así de simple, de perogrullo y de lapidaria al mismo tiempo.

Es una apócope de, para qué pensar en lo que pasó, para qué darle vueltas a las cosas que ya están hechas, que ya sucedieron, que no se pueden cambiar… Y/o, para qué condicionar el presente con el pasado… La vida es YA!!!

‘Ayer fue ayer’ implica hacer tabla rasa casi a diario y, después de oírlo, decirlo y escribirlo unas cuantas veces, aún estoy tratando de equilibrar la balanza.

Yo he confesado más de una vez que prefiero la ciencia a la historia, en el sentido de que me interesa más el futuro que el pasado y que, recordar fechas, nacimientos o efemérides ocupan un espacio mental que puede ser utilizado en contenidos mucho más provechosos.
Sin embargo, confieso igualmente que soy un enamorado de las efemérides personales y me gusta recordar las fechas importantes en mi vida y en la vida de quienes me rodean.
No, no soy el ‘prototipo’ de hombre al que se le suele achacar que se olvide de aniversarios o celebraciones. En todo caso, a veces, puedo parecer empalagoso o ’pesaíto’.

Confieso de nuevo que, cuando comienzo un curso o el trabajo con un grupo nuevo, no tardo más de lo imprescindible en aprenderme el nombre y algo significativo de cada uno. Es decir, en un aula de 30 o 35 alumnos, no me doy más de una sesión de trabajo para aprenderme los nombres de casi todos.
Sin embargo, y hoy voy de confesionario, al día siguiente de acabar el curso impartido con ese mismo grupo, puedo no reconocer a un alumno que me cruce por la calle.

¿Qué argumentario puede defender lo uno y lo contrario?

Lo próximo, lo necesario, lo querido, lo vital.

Ayer fue ayer… Pero y además, para hoy, necesito muchas cosas de ayer y, si no las tengo en cuenta, puede que, ya no digo que caiga en la misma piedra si no aprendo de la historia, sino que deje pasar cuestiones importantes que hagan que mi vida deje de tener sentido y acabe por tirar por la borda todo lo que he crecido.

Ayer fue ayer… Pero y además necesito gran parte de mi ayer para crecer, crear y, sobre todo, creer en lo que hago.

Ayer fue ayer… Pero y además la diferencia está en Brecht…

Sí, es un giro algo teatral porque, ¡qué tiene que ver esto con Brecht!
Estoy hablando de cuestiones mundanas y de repente pongo el nombre de uno de los grandes…
¿Estoy hablando realmente de teatro?


Bueno, he traído a colación al gran Bertold o Bertolt o Berthold o Bertholt, por el concepto de distanciamiento.

Esa es la clave de ‘Ayer es ayer’. Distanciarse.
Y el problema y/o la virtud es que es reversible.

Cuando uno trata de pensar solo en el hoy, ha de distanciarse del ayer. No quiere que los lastres pasados frenen el hoy.

Vicevérsicamente, si decides no tener en cuenta el pasado, te acabarás distanciando de él.

Es decir, hay elementos en el pasado importantes para la humanidad, para la historia, para la sociedad, para el conocimiento, para la labor diaria. Si utilizamos ‘Ayer es ayer’ para esto, puede que tropecemos en la misma piedra, puede que repitamos la historia, puede que nunca logremos avanzar.

Hay otros elementos, digamos que negativos, que es mejor que ‘pasen a la historia’ y ahí sí merece la pena ‘ayer es ayer’.


Ahora aterricemos en la gestión del tiempo y la expresión.
Si nos pasamos el día planteándonos ‘ayer es ayer’, es muy difícil crecer.

¿Empezamos todos los días de cero?

Aquí os retrotraería a otros escritos míos en relación a ‘Los límites del círculo’.

La forma de crecer no está tanto en la correcta elección de las decisiones, sino en tomar en cuenta sus consecuencias.

No hay que tener miedo a equivocarse, pues, y aquí recuerdo una nueva frase que me han aportado otras personas, ‘no hay que arrepentirse de lo que se hace. Lo peor es arrepentirse de lo que no se ha hecho’.

Lo que eliges y te aporta, te hace crecer el círculo.
Lo que eliges y te hace tropezar, te hace darte cuenta de tus límites.

Tu elección es tomar tus límites como algo negativo insuperable o algo positivo por superar.

Y para lograr esto, debemos elegir cuando ‘deshacernos de algo’ porque ‘ayer fue ayer’, o cuando deshacernos de esta filosofía, y conservar lo que queremos conservar.


Porque corremos el riesgo de echar al traste todo lo conseguido hasta ese momento.

La vida es Ya!!!, pero y además, es el cúmulo de todos los Yas vividos hasta ese momento o, al menos, de los Ya que elijamos acumular para construir nuestra propia vida.


Tuve un profesor/director de teatro que me dijo -y hoy llevo ya cuatro frases prestadas-, que ‘el creador (actor) debe saber de todo, sea lo que sea, porque nunca sabe cuándo lo va a necesitar para volver a crear (un nuevo personaje)’.


Retomo y versiono, pues, el título y digo… ‘¿Ayer fue ayer?’

Para la expresión, para el teatro, para el arte, para la vida, debemos tener en cuenta nuestros ‘ayeres’. Lo que creemos, creamos y crezcamos, dependerá de las elecciones que tomemos y de lo que elijamos dejar en el ayer y lo que deseemos mantener presente.


No pretendo por supuesto llegar a una conclusión cerrada. Sabéis que no me gusta dar respuestas, sino cuestionar y generar más cuestiones…

Por eso, párate un momento, piensa en cuantos ayeres te han hecho crecer, crear y creer y decide si en el próximo cruce de caminos, merece la pena olvidar el ayer o mantenerlo vívido en tu presente.


Ayer es ayer.

La vida es YA.

No te arrepientas de lo hecho. Lo peor es arrepentirte de lo que no hayas hecho.

El creador debe saber de todo, sea lo que sea, porque nunca sabe cuándo lo va a necesitar para volver a crear.


Y como no, un rizo final.

Piensa en tu vida.

Si reflexionas un poco, todo lo que tratas de retener en ti, te ayuda a ser fuerte hoy y mañana.

Lo que pretendes olvidar, porque ‘ayer fue ayer’, logra distanciar las cosas y convertirlas en ajenas a tu hoy y tu mañana.


Elige bien qué quieres olvidar y lo que necesitas para seguir siendo feliz.

Sí, ayer fue ayer, pero y además, muchas veces, es lo que ha creado tu hoy y tu mañana!!!

Disfrútalo o, si es tu decisión, olvídalo.


Se admiten, agradecen, desean… comentarios…

Y NO ME CANSO!!!

We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!

Aquí os espero.





¡Hasta el próximo!


Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
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1 comentario:

  1. Hola, Fernando.
    Te leo dos días después de estrenar, a "correcuita" como decimos por aquí, el último proyecto de Amoraescena, Trencaclosques Violeta. Llevo tiempo intentando aplicar las técnicas de Boal con mi alumnado... pero el curso pasado acabamos hablando del ayer, de las historias de vida. Fue una experiencia mágica y emotiva: estos hoy adolescentes que miran hacia atrás en busca de las personas más importantes en su vida crecieron en el proceso. Este curso, aquel mañana, surgió la chispa con los embarazos juveniles, las relaciones familiares y las decisiones personales -evidentemente, una ley abrió la veda- pero, como por sorpresa, de puntillas, volvieron las historias de ayer, las historias de vida, Las propias -sí, aunque son jóvenes, ya tienen experiencias- y las familiares. Un ayer que vuelve transformado, que permite la visibilidad y creo, -creo, incluso, que el auto-perdón-. Un ayer tabú que se teatraliza y se comparte, y se transforma en hoy dignamente, hace crecer y creer en esperanza de mañana.
    No tengo ni idea si respondo en algo a tu entrada. Pero, hace un dia sorprendentemente gris, y, cogido el tema por sorpresa, tenia ganas de contar -a alguien igual de "loco" que yo por la educación y por el teatro-. Gràcias por compartir y gracias invitarme a entrar.

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