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martes, 5 de enero de 2016

Ilusión Objetivos Deseos

Ilusión · Objetivos · Deseos
Los deseos, cuando se cumplen, ilusionan más aún…

Alguien me dijo ya hace tiempo que la Noche de Reyes era la mejor noche del año.
Y que por mucha influencia anglosajona y muchos años que pasasen, seguiría siendo la Noche de la Ilusión.
Así me la tomo yo.
No obstante, dejadme que haga un giro para volver dentro de un rato a la ilusión.

Este año que ha pasado se cumplieron 20 años desde mi primer libro: ‘Drama. Un estadio intermedio entre juego y teatro.’
Al igual que todo lo que he escrito antes y después, tengo la sana costumbre de releerlo de vez en cuando, por fragmentos, capítulos, frases… Y llevo redescubriendo últimamente que volvería a firmar letra a letra lo que dije entonces, con algo más de amplitud, con más conocimientos y experiencias, con más vida a mis espaldas pero y además, con la esencia apenas modificada.

Lo traigo a colación porque en este libro, en su página 108 para ser más exactos, saco a relucir por primera vez en un escrito el concepto de Expresión Mental. Concepto que últimamente he recuperado en procesos formativos de carácter creativo y expresivo, no solo en ámbitos artísticos o teatrales sino educativos, sociales y empresariales.

Por no reproducir las dos páginas del libro aquí y ahora, resumiré diciendo que es una aparente contradicción ya que expresar implica la figura del que produce y la figura del que recibe la expresión… hacia afuera.
¿Y si ambas figuras son la misma persona? Estamos ante la Expresión Mental que se refleja en actos como la imaginación, la creación mental, la creatividad pura y dura.

Si creemos que esto es un acto casi automático previo a la expresión tradicional ya sea lingüística, artística, corporal… Y nunca nos planteamos ‘entrenarlo’, podremos aparentar ser grandes oradores, bailarines, pintores, músicos… Quizás seremos grandes ejecutantes… Pero y además, nos costará mucho dar el paso de empezar a pensar, a imaginar, a crear!!!


Necesitaba dar este giro por las páginas de mi primer libro, porque en uno de sus párrafos se puede leer literalmente ‘lo que cuenta es la creatividad, y todo nace en el pensamiento, en la mente’… Y esto no solo muestra que ya hace 20 años asociaba el pensamiento creativo con cualquier tipo de expresión, sino que si hoy quería hablar de ilusión, deseos y objetivos, debía retomar el concepto de Expresión Mental que es donde nacen todos.

De hecho, qué mejor exponente de la Expresión Mental que la Noche de Reyes. Donde cada uno se expresa en su propio interior y desarrolla su propia magia imaginando, ilusionándose, deseando y sintiendo la mayor felicidad que cada uno puede sentir a partir de si mismo.

Lo que pasa es que, como supongo que esperáis, no voy a hablar de la Noche de Reyes como el evento de los regalos, de los regates de la realidad para no romper ilusiones infantiles.
No, precisamente, otro alguien me dijo alguna vez, que los niños necesitaban creer en los Reyes para no perder la ilusión y la inocencia y que el día que descubrían la verdad, se convertían en adultos sin ilusión ni inocencia.

Quiero ir en contra de esto porque somos los adultos los que debemos seguir persiguiendo nuestras ilusiones, nuestros deseos y nuestro objetivos, con la misma inocencia y cara de alegría con la que los niños desenvuelven el primer regalo la noche del 5 al 6 de enero.

Y aquí me pongo ahora didáctico. No confundamos, eso sí, entre Ilusión, Deseos y Objetivos. No es lo mismo y no funcionan igual.

La ilusión es el combustible. No hay duda. Sin ilusión conseguir deseos u objetivos, es imposible o, cuando menos, frustrante. Si uno persigue objetivos ajenos por encargo, obligación; objetivos oficiales por necesidad; deseos que no son propios por empatía excesiva…
La ilusión desaparece y la felicidad no está ni a la vuelta de la esquina. Ya no es ilusión. Es obligación, compromiso, necesidad… No necesariamente ilusión.

La ilusión debe ser nuestro motor y, si no está en un cierto camino que hayamos trazado hacia un cierto objetivo, no debemos tener miedo de abandonarlo o tratar de cambiarlo para que nos ilusione.

Voy a dejar los deseos para el final.

Cuando uno persigue objetivos, la ilusión y la felicidad van de la mano, o deberían. Lo que sucede que la ilusión crece persiguiendo el objetivo. Labrando el camino. Luchando por conseguirlo.

Y cuando uno llega a la meta, debe plantearse casi de inmediato nuevos objetivos, porque paladear el objetivo conseguido está muy bien pero y además, se va diluyendo como un azucarillo.

Es como aquél que busca un empleo maravilloso y se esfuerza y lucha por él y cuando lo consigue, se apoltrona y deja de esforzarse al mismo nivel porque, total, ya está conseguido.

O el consabido mentidero popular que plantea que ‘lo que no ve la boda no ve la novia’ que, traducido de forma libre, puede significar que todos aquellos esfuerzos u objetivos que se plantea una pareja antes de un compromiso definitivo, pasan a un segundo plano cuando el compromiso se consolida y ya solo queda ‘convivir’ o, peor aún, ‘vivir con’.
Sí, los objetivos motivan, animan, producen momentos felices en pequeños pasos hacia el logro final y un gran momento de felicidad al conseguirlo… Y… ya está!!!


Por eso quería dejar para el final los Deseos. Porque son el auténtico motor de nuestra ilusión.

Los deseos ilusionan al pensarlos. Lo que sucede es que también ilusionan cuando se cumplen. De hecho, en el transitar hasta que el deseo se cumple, muchas veces más que ilusión nos provoca frustración, dolor, pena… el  hecho de no conseguirlo antes, cuanto antes… ya!!!

Eso sí. El día que se cumple el deseo no es una meta y un final. Muy al contrario, es el comienzo de otro fragmento de vida a partir de que ese deseo se ha cumplido.

Por tanto, trazarse objetivos es maravilloso para impulsar el día a día.
Entrenar nuestra Expresión Mental para tener presentes nuestros deseos, nos impulsa el día a día y, además y sobre todo, a partir del momento de llegar a la meta, cuando los objetivos se apagan…


Una cosa más. Los objetivos son algo individual o de equipo, pero que dependen del propio esfuerzo. Los deseos no están a nuestro total alcance y dependen de otras personas, de circunstancias, de la causalidad…
Por eso cuando un deseo se cumple abre una puerta inmensa a una felicidad que se mantiene casi sin límite.

Hoy es la Noche de la Ilusión. Ilusión para perseguir objetivos pero, sobre todo, para seguir teniendo presentes esos deseos que, sin duda, si nos empeñamos en entrenarlos, se harán realidad algún día.

Cuando el niño abre el regalo, la cara es de inmensa felicidad, aunque es probable, y algunos adultos se frustran olvidando que fueron niños, que el regalo se arrincone a los pocos días, incluso horas. No era un deseo… Era un objetivo.

Quizás, el auténtico deseo de la Noche de Reyes, no son los regalos… Es, simple y llanamente, que nos sorprendan.
No depende de nosotros.
Eso sí, si seguimos empeñados en ilusionarnos día a día por dejarnos sorprender, sin duda alguna cada día, cada noche, será nuestra Noche de Reyes.

Un tercer alguien dijo ya hace tiempo que había que tener cuidado con lo que se deseaba, porque podía cumplirse…

Entrenad bien esos deseos.
Diseñadlos adecuadamente.
Pensadlos y repensadlos sin cesar.

Ojalá se cumplan TODOS vuestros deseos.

A mí me basta con uno, por ahora, que, como buen deseo, no diré hasta que no se cumpla. Aunque entonces, supongo que veréis nacer en mí la felicidad del deseo hecho realidad y creo que no necesitaré contarlo...

Y… ya!!!

No me canso.
We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!
Os espero…

Y feliz e ilusionante Noche de Reyes!!!



Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
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