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‘Se avecina mucha labor por hacer. Llevamos meses sembrando en una tierra que muchos tildaban y tildan de yerma. Pero no existe tierra que no dé frutos si se la trabaja lo suficiente. La tierra está a punto. Ahora... Se avecina mucha labor por hacer.’
Esto mismo escribí en mi perfil de Facebook el lunes pasado. Y a
renglón seguido se me convocaba a una reunión de trabajo en la que, conversando
con personas conocedoras de la cultura y de la empresa cultural y creativa, nos
postulábamos en dos posicionamientos. Los que temían al futuro inmediato pues
no veían nada claro, y los que pensábamos, y en mi caso lo llevo diciendo desde
hace ahora un año, que estamos en ciernes, tras una ardua labor ascendente, de
bajar una cuesta que nos llevará a toda velocidad a volver a tomar impulso, especialmente
en el ámbito cultural y creativo.
Quien me sigue habitualmente me habrá echado algo de menos pues
vengo siendo puntual martes o miércoles desde la vuelta del verano.
Este miércoles sentí vértigo, pero positivo. El jueves era día 1
del mes de noviembre y se avecina un mes de muchísima labor, en gran medida
preparatoria.
Este día uno, para muchos día de resaca de la fiesta del
Halloween, para otros, celebración de la ánimas (me gusta más esta versión más
autóctona por muy anglosajón que parezca a veces), a mí me resultaba la cima de
la mayor montaña rusa jamás construida.
Llevo meses subido a una montaña rusa. Magnífica. Imponente.
Subyugadora. Atractiva. Y a la vez peligrosa, impactante y a veces paralizante.
Fundamentalmente, esta montaña rusa lo que me produce es
vértigo. Y el vértigo supone dos sensaciones contradictorias en una.
Te hace sentir vivo y además ves tu vida pasar en 10 segundos.
Te hace estar muy atento, y además a veces cierras los ojos
porque prefieres no mirar.
Te hace contener la respiración por las vistas que contemplas y
además te corta la respiración porque dudas de su seguridad.
Lo pasas mal y además, sabes que la sensación va a ser
maravillosa.
Hay personas a las que les cuesta más que a otros mantenerse en
esta montaña y deciden bajarse.
Algunos lo hacen por circunstancias concretas y, cuando esas
circunstancias se modifican, vuelven a subir.
Otros por respeto, consideración o responsabilidad con terceros,
ponen pie a tierra por no complicar historias ajenas. En el momento en que su
intención no repercute en terceros, vuelven a subir.
Y luego están los que echan pie a tierra en cuanto el esfuerzo
es ligeramente mayor que el beneficio.
A estos no merece la pena esperarlos. Son los que se apuntan al
carro cuando está lleno y no hay que hacer esfuerzos para ‘compartir’ riquezas,
y los primeros que se bajan cuando lo que se pide son esfuerzos para futuro,
sin recompensas inmediatas.
Por suerte, hace un año ya vaticinaba (no era difícil) que quien
aguantara 2012 con esfuerzo, vería dos tipos de recompensas. La primera,
posicionarse. Cuando las cosas empezaran a venir no tan mal dadas, serían los
mejor colocados. La segunda, que serían los constructores, autores y
diseñadores de la nueva cultura y de la creatividad aplicada.
Puede parecer que sólo me dirijo a las personas que se dedican a
la empresa, y el trabajo autónomo.
Desgraciadamente, en al ámbito educativo y cultural, cuando se
roza el ámbito del funcionariado o el trabajo fijo, la imagen que se transmite
es la de que como da igual lo que uno se esfuerce, mejor esforzarse poco para
disfrutar del puesto vitalicio.
Sin embargo, esto repercute en el hecho de que los que sí
dedican su esfuerzo, su creatividad, sus energías y algo más allá en el bien,
la cultura y la educación común, no sólo no se ven recompensados sino que,
normalmente, son denostados y mirados de arriba abajo por el resto neutral o
pasivo que sólo tiene comentarios negativos para aquellos que realmente buscan
la felicidad de todos.
Ojalá todos los que tienen la suerte de tener un trabajo fijo lo
ejercieran como muchos que los hay que lo ejecutan y exprimen como si cada día
fuera el último al que pudieran aportar sus capacidades.
Volviendo al vértigo. Tanto unos como otros debemos empezar a
pensar que ya quedamos los justos, los que debemos sembrar las nuevas semillas
para que cultura, educación y creatividad rebroten en este campo aparentemente
en barbecho.
Nadie nos lo va a dar hecho. Debemos seguir luchando como si
fuera el último día con opciones. Y si de repente, vemos que nuestro esfuerzo
comienza a brotar, cuidar esa planta desde el día uno hasta que, finalmente,
podamos descansar algún día a su sombra y podamos alimentarnos de sus frutos
que, como suele ser habitual, al ser nuestros, nos resultarán más sabrosos y
exquisitos.
Por favor, no te bajes de la montaña rusa. Sé que da
vértigo, yo también lo tengo. Y te aseguro que es un vértigo que me da vida e
ilusión por seguir adelante, buscando aquello que realmente amo en esta vida.
No sé si lo conseguiré antes o después.
No sé si será un intento continuo sin que nunca llegue a
conseguir totalmente lo que me propongo.
No sé si el espacio-tiempo y la vida ahí fuera, me darán
algún día una recompensa inesperada en forma de una mirada de felicidad, de un ‘gracias’
desde lo profundo, o de un abrazo de alguien que comparta conmigo el logro.
Lo que sí sé es que mientras siga subido en la montaña y
siga sintiendo vértigo, sabré que dentro de unos tramos, más tarde o más
temprano, podré disfrutar de una llanura en la que no necesitaré impulso pues
será el resultado de una sufrida subida y una bajada de vértigo.
‘Se avecina mucha labor por hacer.’ Una cuesta abajo de vértigo
que nos permita, por fin, mantener una velocidad continuada sin despreciar
algún altibajo que otro que nos haga la vida más entretenida.
¿Te quedas conmigo en la montaña rusa?
No te prometo que dure poco o mucho el vértigo…
Sólo te aseguro que no te soltaré de la mano.We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!
Aquí os espero
¡Hasta el próximo!
Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
A algunos nos gusta el vértigo. Aunque la angustia es peligrosamente dañina: a veces nos bloquea y la sensación no es tan maravillosa. En la montaña rusa siempre he procurado aferrarme fuertemente a la barra porque el vértigo es el de cada uno. Nunca se me habría ocurrido dar la mano al de al lado, como mucho mirar o escuchar su grito/su vértigo. Pero veremos...
ResponderEliminarInteresante visión. Quizás hablo de oídas porque muy pocas veces he subido a atracciones que generen vértigo. Bastante he sentido con asomarme a miradores, terrazas o acantillados suficientemente altos. O con observar lo que se viene encima cada vez que arranco un proyecto. Pero te aseguro que la sensación se controla o se supera mucho mejor simplemente con el contacto del otro. Con la sensación cercana de que alguien más está contigo. Yo he dado la mano a mi niña en una montaña rusa y he cambiado su rostro de angustia por una carcajada. A mí me han dado la mano con un proyecto a punto de colapsar y he pasado del bloqueo a la chispa y la idea creativa.
ResponderEliminarSUelo ser de los que trabajo solo muchas veces. Trabajar en equipo es más difícil, pero la recompensa es mucho más enriquecedora y ayuda ante el vértigo... O no... Pero veremos...
Que sería de nosotros si no vivieramos en una constante montaña rusa... la monotonia de la llanura en solitario puede ser ahogadora. Pero... si tras subir esas pendientes impresionantes y sus bajadas de vértigo en todos los ámbitos de la vida llegamos a la llanura con los logros conseguidos y cogidos de la mano de lo que mas amamos...que mas podemos pedir... entonces, si, ...maravilloso paisaje el que veremos en la direccion que miremos... Ojala lleguemos a la llanura con los objetivos cumplidos.... Cojamos impulso
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
EliminarSí, necesitamos el vértigo para animarnos, para impulsarnos, para provocarnos, para seguir buscando, empujando, tirando...
Y sí, sin duda, llegar a la llanura con los objetivos cumplidos será maravilloso.
Y además, cogidos de la mano de lo que más amamos, seguro que cogemos impulso para buscar, aunque no aparezca en el horizonte, una nueva montaña rusa que escalar, esta vez, juntos.
Sí. Cojamos impulso.