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jueves, 21 de febrero de 2013

Creación Colectiva o Colaborativa/de Creación

CREACIÓN COLECTIVA O COLABORATIVA/DE CREACIÓN
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Hoy quiero surcar los meandros pantanosos de la nomenclatura, la conceptualización, pero y además no quiero perderme en ellos sin llegar al amplio estuario que nos haga divisar el ancho mar de la comprensión ante nuestros ojos. (¡Dios mío! Me ha sonado raro hasta a mí.)

En más de una ocasión, cuando he sacado a la palestra el concepto de Devising Theatre o Devising Techniques, ha habido quien ha planteado y sé que muchos más lo han pensado sin atreverse a plantearlo, que por qué distingo entre teatro del colectivo y teatro de creación.

Para no perderme en procelosas terminologías que a su vez necesitan de otras tantas para explicarlas, me voy a tomar la licencia de la metáfora (a veces pienso que utilizar metáforas es indicio de ser incapaz de aplicar 'accuracy' en la forma de hablar).

Y me voy a permitir la metáfora utilizando un ámbito del que me considero aficionado y que disfruto realizando en momentos de relax o que me proporciona momentos de relax al utilizarlo: cocinar.


Voy a hacer un plato que me encanta.
Canelones de codorniz escabechada en paté trufado con reducción de Oporto.

Lo primero es decir que el rimbombante nombre no implica que se necesiten grandes conocimientos culinarios, ni exquisiteces hipermegacaras.

Ingredientes: (Sigo haciendo publicidad gratis, qué le voy a hacer.)
   Canelones precocidos de Lidl.
   Una lata de codornices en escabeche Soto.
   Una latita de foiegrass de caza (perdiz, ciervo, faisán) de las de a un euro.
   Una pizca de trufa.
   Un poco de Oporto tinto dulce.

Bueno, ya he hecho bastante el paripé. No os voy a contar la receta al completo. Si algún día tenemos la suerte de compartir fogones o mesa, recuérdame que te lo prepare.

Donde realmente quiero pararme es en el método de trabajar.

Sacamos a la mesa dos fuentes aparentemente iguales realizadas por dos equipos de cocina. Uno colectivo y otro colaborativo o de creación.
Podríamos hacer tres y que una la hubiera hecho un cocinero de forma individual y sin equipo, pero y además no estamos hablando hoy de eso.
El resultado de ambos equipos de cocina parece igualmente extraordinario y, desde luego aporto mi primera conclusión: Un método no es necesariamente mejor que otro. Simplemente distinto. Y el resultado puede ser similar.

Si, como en estos maravillosos programas documentales ahora tan en boga que cuentan ‘cómo se hace’, pudiéramos rebobinar, empezaríamos a ver la diferencia desde el principio.
Cada equipo lo forman cuatro personas, y lo primero es repartir responsabilidades o labores.
En el colectivo, como su propio nombre indica todos hacen de todo según se va necesitando echar manos. La frase ideal es ‘Yo me pido hacer…’ Y la razón es porque es lo que más me divierte, lo que me apetece en ese momento. Se cuece la pasta y el punto de cocción es la primera discusión. Mientras uno se ha leído las instrucciones de la caja donde dice tres minutos, otro opina que hay que echarlo cuando hierve el agua y sacarlo cuando deja de hervir, y otro más se dedica a lanzar planchas de canelones contra el alicatado para ver si se pega o no lo que le da señal de estar al dente.
En el de creación hay un experto en pasta que lleva media vida fabricando y cociendo pasta y casi con los ojos cerrados ‘siente’ cuánto y cuándo ha de cocer la pasta.
En el colectivo, la codorniz se deshuesa y trocea entre todos los que no están haciendo otra cosa. Incluso el que está atento a la pasta, mientras está cociendo, ayuda a deshuesar que es lo más entretenido. Con las manos, con un tenedor, con cuchillo o la navajilla que llevo en el bolsillo.
En el de creación, hay un pinche acostumbrado a todas las labores de despiece, corte, troceado, deshuese… Utiliza sus propias herramientas de cocina que cuida y afila personalmente. Él solo, tarda menos que todo el otro equipo junto.
La salsa en el colectivo la hace uno de ellos que dice tener su receta secreta. No obstante todos opinan, incluso la prueban, la salpimentan cada uno a su gusto.
En el de creación, el chef, responsable del plato, se encarga de la salsa dando el punto al paté, la trufa y la reducción de Oporto. Tiene su técnica propia y evolucionada tras muchos años de trabajo en la cocina.
Finalmente, en el colectivo, entre todos dan forma a los canelones, -cada uno de su padre y de su madre-, y los van apilando en la fuente refractaria, para darle un toque de horno.
En el de creación, hay un especialista en la presentación de los platos que da forma a los canelones con una regularidad exquisita, los coloca en la fuente y el chef le indica los minutos y la temperatura adecuados para darles el toque final.

Insisto, aparentemente el resultado puede parecer el mismo.
Incluso habrá quien prefiera la frescura del deshuese con las manos, la diversión de meter todos la nariz en la salsa, el que cada cual se haga ‘sus canelones’ lo gruesos o delgados rellenos o vacíos que cada uno quiera…
En el de creación procurarán que, sin perder la frescura, cada vez que lo hagan salga siempre igual de fresco. Aunque puede que algún día, si no se trabaja con el mismo horno, el especialista en pasta avise de la necesidad de cambiar el tiempo o la temperatura para que su pasta no se estropee en el horno, corrigiendo incluso al chef.

Y tras esta segregación de jugos gástricos, ¿hemos llegado a algún destino?
Yo básicamente resaltaría tres:

El trabajo del colectivo no se realiza con especialistas, necesariamente, sino con voluntariosos colectivos. El ‘todos hacemos de todo’.
El de creación busca que cada cual aporte lo que mejor sabe hacer y para lo que está preparado.

La creatividad que se maneja en el colectivo es la del colectivo o la predominante en cada momento en el que un miembro del grupo coge las riendas.
En el de creación, se trabaja con las creatividades de cada uno de los miembros del equipo, lo que refuerza mutuamente y grupalmente la creatividad global final.

En el colectivo, la pasta se cocina por el colectivo, la salsa la elabora el colectivo, la presentación la hace el colectivo… La propuesta escénica es del colectivo.
En el de creación, cada parte y fase del proyecto culinario se asocia a una persona responsable concreta. La cocción es obra de… La salsa es obra de… La dirección culinaria es obra de…Pero en el plato final no se es capaz de distinguir las albores de forma independizada.

Y ahora digo algo más
El resultado final es casi idéntico, aunque podría, radicalmente, no serlo.
Son dos formas de trabajar, ninguna mejor que la otra.
Sí es cierto que ambas buscan objetivos ligeramente distintos.
La autoría final es, en ambos casos difícilmente identificable.
Si bien en el de creación se podría identificar cada fase o parte del proyecto con una persona, el resultado final es la combinación de todos.

Finalmente utilizaría dos conceptos que creo que son fácilmente visibles.
El resultado del colectivo es la mezcla. Colectiva.
El resultado del de creación es la fusión. COlaboración.


Ahora detente y piensa en algo que hayas hecho hace poco de forma no individual. ¿Es algo tuyo en el que ha colaborado alguien? ¿Es algo de alguien en lo que has colaborado? ¿Es el resultado de aportaciones amalgamadas? ¿O realmente no podrías decir a quién pertenece el proyecto porque todo está teñido de todos, aunque cada uno tuvierais una función específica por vuestra formación previa?

No hace mucho, tuve que elaborar ‘unos canelones’ para una presentación. Los elaboramos a cuatro manos. Ninguno de los dos sabríamos decir qué es lo que hemos aportado cada cual porque del resultado final estamos satisfechos en su conjunto.
Estoy seguro, no obstante, de una cosa.
Lo que hace sentir que es un trabajo de creación es que quien no conoce al equipo siente la creación como algo empastado y de auténtico grupo. Y quien conoce a los miembros del equipo es capaz de distinguir rasgos de cada uno de ellos en el conjunto. Aportaciones, matices, toques, eso sí, absolutamente indisociables con el conjunto.

He de confesar que de pequeño  no me gustaban los trabajos ‘en grupo’, porque acababas intentando abarcarlo todo para que saliera como tú querías o te endiñaban la tarea mientras otros buscaban gamusinos. Falta de metodología, falta de confianza en los demás, falta de…

Ahora me encanta trabajar en equipo, aunque ese equipo seamos dos. Porque sé que lo que tú me aportas es algo que siempre va a mejorar lo que yo pueda aportar. Es algo que está fuera de mi o bien por desconocimiento o bien por punto de vista.
Y lo que más me asombra es ver cómo las primeras ideas acaban dando forma a un resultado que, sin alejarse mucho de lo que había sobre la mesa al principio, es maravillosamente distinto.
El trabajo de creación te deja un especial sabor de boca final.
El de la necesidad de dar las gracias. No por lo bien que lo he pasado junto a ti, que también, sino por la sensación que me queda de haber aportado lo que mejor sé hacer y haberme sentido valorado por el simple hecho de casi no poder reconocer en el trabajo final mis aportaciones, teñidas de las tuyas.
Si le preguntáramos a alguien que conociera las cuatro manos, en un auténtico trabajo de creación, sería capaz de distinguir la aportación especial de cada uno, aunque solo si le pedimos que lo haga. Su primera sensación será la de un trabajo bien hecho.

Gracias por enseñarme a trabajar a cuatro manos.
Y no me canso!

We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!

Aquí os espero

¡Hasta el próximo!



Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral


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