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viernes, 26 de julio de 2013

Lo único que permanece...



Lo único que permanece…
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En apoyo a los familiares y las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela

Las montañas leonesas nevadas. Yo pasé en tren hacia el norte hace meses. Ellas permanecen.


Hace poco, en una conversación con un colega y amigo de teatros y tesis, me puso el anzuelo con una frase que cierta responsable de un montaje teatral sentenció de cara a la prensa y el auditorio:


‘Lo único que existe antes, permanece durante y perdura después del montaje, es el texto.’

Tras soltarme la sentencia sonrió a sabiendas que yo iba a comentar desde mi punto de observancia del hecho teatral.


Y para su inicial sorpresa dije:


‘Suscribo totalmente lo que ha dicho… Salvo… por un pequeño detalle’


Aquí mi amigo volvió a generar una mueca en forma de sonrisa y yo añadí:


‘Solo tengo que cambiar una palabra. La última. ‘Texto’ por ‘espacio’.’


Y no es ningún juego o broma lingüística o una cabezonería.

Estoy absolutamente convencido y así lo llevo a la práctica, que lo único que perdura es el espacio.


Tengo muy dicho que no soy antitexto y que me encantaría trabajar y realizar montajes (como ya he hecho), respetando al pie de la letra el texto encomendado.

Pero y además, para mí el texto es una herramienta expresiva más y por tanto es tan vulnerable y variable como lo es la modulación de la voz y el espacio sonoro, la visibilidad, el vestuario, la escenografía, la música…

Lo único que no lo considero eternamente inmutable.


El espacio, incluso considerando las última teorías de los multiversos que contrastan con las del universo, considero que sí que es eternamente inmutable.


La caja negra escénica se inventó para que el espacio, que ejercía un poder expresivo sobre cualquier evento que tuviera lugar en él, perdiera protagonismo y se convirtiera en neutro.


Podríamos volver incluso al falso concepto de teatro de calle que responde más al de teatro en la calle o a la calle, ya que el auténtico teatro de calle reconoce el espacio en el que se va a ejecutar y tiene en cuenta la capacidad expresiva del propio espacio como elemento expresivo que está antes, durante y después del espectáculo.


Por tanto, para mí, es el espacio el que estuvo, está y estará y como tal hay que respetarlo y tenerlo en cuenta como primer elemento de consideración y, a veces, último.


En el ámbito educativo no es lo mismo un aula que un pasillo, un gimnasio que un patio, aunque podemos trabajar en todos ellos, debemos adaptarnos a ellos.


En el ámbito laboral o personal, muchas veces se habla de miedo escénico y es simplemente que aumentan un grado más los nervios cuando tenemos que interaccionar en un espacio que desconocemos o que no dominamos. ¡Lo que daríamos por tener nuestra próxima entrevista de trabajo en nuestra propia casa! Sería un enorme peldaño ganado.


En lo social, precisamente uno de los elementos claves con los que se trabaja es el entorno físico en el que se desarrolla el proyecto… su espacio de incidencia.


Y en lo artístico… No digo más.




Esta conceptualización del espacio como único elemento permanente, me ayuda y anima a insistir en lo maravilloso de lo efímero, como una de las cualidades de las artes escénicas.

Y creo que no es hilar muy fino si digo que, de vez en cuando, el teatro y su carácter efímero me hacen pensar en otro de los elementos efímeros por excelencia… la propia vida.



Digo que no es hilar fino porque antes de empezar a escribir este blog dudaba entre tratar el tema de lo perdurable del espacio o continuar con un texto que había colocado en mi perfil de Facebook el fatídico día después del desastre ferroviario.


En ambos casos, lo efímero del tiempo y de la vida, la necesidad de aprovechar de forma creativa todo, me unen más que me separan.


Alguien me dijo… habla de los dos… y eso hago a fuer de que parezca forzado pero y además convencido de que no lo es.


El texto era el siguiente:

Anoche volvía en coche cuando empecé a oír todo... Pensé en mis amigos gallegos, luego en todos mis conocidos gallegos, luego en la gente que sé que viaja a menudo a Galicia. Más tarde pensé en todos los que viajan en tren, luego en todos los que viajan y, finalmente pensé en los que no pueden viajar.
Sí, finalmente pensé en todos y en cómo en cualquier curva de esta vida corta y rápida, podemos descarrilar sin remedio.
Un bico a todos por igual.
Y qué rabia da que tengan que ocurrir tragedias para valorar la vida!!!
Os daría un abrazo a todos... Porque a lo mejor soy yo el que necesito todos vuestros abrazos!!!

Quizás no necesita mayor comentario, pero dejadme que agrande un poco la reflexión.


Es cierto que llevo media vida reflexionando y argumentando sobre la idea de que hay que aprovechar cada momento, disfrutar de cada situación, y expresarte con todo lo que tengas a mano para hacerlo. Nadie te asegura que pueda repetirse la misma situación nunca más y cada momento es único.


Por eso, cuando suceden hechos como el de Santiago, puede sonar a que aprovechamos un evento extraordinario, desgraciadamente es más habitual cuando los sucesos son luctuosos, y nos resulta más fácil poner en la palestra sentimientos, sentencias y propuestas más sublimes, espirituales o, al menos, con objetivos menos rácanos o ruines.


Se nos abren los poros de la vida, el cariño, la generosidad, la solidaridad…




Creo que llevo toda la vida que le he dedicado a la expresión, que es mucha, pensando que hay que aprovechar cada indicio, cada gesto, cada palabra, cada momento, CADA ESPACIO… Lo que sucede es que estos sucesos justifican más aún mis intenciones vitales.



Por eso déjame que sea hoy, más frágil que de costumbre y, mientras mis ojos se humedecen realmente movidos y conmovidos por un sentimiento que ya empieza a aflorar antes de expresarlo y, teniendo en cuenta que lo único realmente permanente es el espacio y cada uno de nosotros simplemente transitamos por él, te pido, mejor te aconsejo, o puede que te anime o simplemente te invito a…




Aprender todo lo que te enseñen para aprovecharlo hasta el límite.


Enseñar todo lo que sepas siempre, para que alguien lo recoja, por si ese alguien es el último en escucharte.


Decir, escuchar y preguntarlo todo… las únicas ‘tontunás’ son las que no se dicen, se escuchan o se preguntan.


Pensar en esa persona a cada momento, aunque parezcamos ‘pesaítos’.


Mirar a los ojos siempre sonriendo, para que el último rostro que enseñes y mires sea un rostro feliz.


Rozar esa piel con toda la intensidad, para que la sensación perdure SIEMPRE.


Besar sin ahorrar un ápice de amor, por si no hay lugar a más besos.




Vivir. Sí. Vivir.

Y si tienes la suerte de que tu vida sea larga, más allá de los noventa, que puedas recordar cada momento efímero como el mejor de tu vida.




Sí, os daría un abrazo a todos… Pero y además, ahora estoy seguro de que soy yo el que necesito todos vuestros abrazos!!!








Y NO ME CANSO!!!

We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!

Aquí os espero.



¡Hasta el próximo!

Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral





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6 comentarios:

  1. Un abrazo enorme!

    fiel seguidora

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  2. Es un placer leer tus reflexiones en este espacio -virtual, ajeno a la eterna inmutabilidad del espacio físico-.

    Un abrazo.

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    1. Gracias, por el abrazo y por seguir usando tu espacio tiempo para leer!!!
      Otro abrazo en aquella dirección!!!

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  3. Gracias por tu abrazo, yo también lo necesito. Tienes el mío, fuerte, sentido. Gracias por tus reflexiones, por enseñarme a enseñar, porque aprendo a aprender.

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    1. Gracias a ti, Araceli, por estar al pie del cañón y nunca perder la sonrisa!!!

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