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lunes, 3 de noviembre de 2014

Somos… podemos ser… debemos ser… neutrales?

Somos… podemos ser… debemos ser… neutrales?

NEUTRAL???

En cualquier acto creativo, expresivo, nos podemos plantear la cuestión que titula la entrada de hoy.
Podemos decir una frase sin más intención que la meramente declarativa.
Podemos hacer un gesto con el exclusivo afán informativo para nuestro interlocutor.
Podemos narrar sin intervenir en el devenir del lector, ni del escuchante ni, tal vez siquiera, de los personajes y las acciones narradas…
Podemos???

Sí, puede parecer que me aprovecho lingüísticamente de la magnitud de esta forma verbal… Nada más lejos. Quiero ser neutral!!!

NEUTRAL???

¿Se puede ser neutral cuando expresamos, cuando creamos, cuando aprendemos y enseñamos?

Y, una pregunta previa… ¿Qué es ser neutral?

Para ser fiel a mi, a menudo, provocador planteamiento de las cosas, diré que la neutralidad en expresión y creatividad, NO EXISTE.

El hecho de plantearnos la neutralidad al expresar algo, ya nos está haciendo cómplices de un hecho… la neutralidad.

Habrá quien se plantee que, ser neutral en expresión y creatividad, supone no implicarse en posicionamientos que influyan en la forma de hacer o pensar de los interlocutores.
Hacer dejando hacer.
Expresarse, dejando expresarse a los demás, sin intención de influir en sus formas y fondos.

Sin embargo no hay nada más elocuente que un ejemplo técnico y teatral, para darnos cuenta de la imposibilidad de la neutralidad tal y como se plantea.

Imaginemos el planteamiento de una iluminación ‘neutra’ (que no deja de ser una forma de expresión).
Utilizamos una luz blanca sin filtrar. Eso es ¿neutral? Tamaña iluminación puede hacer que el público pierda la intensidad de las expresiones, incluso el maquillaje, con lo que estaremos influyendo en el lenguaje que otros lanzan a terceros.
Ante este pero, filtramos ligeramente la luz con un ligero ámbar para que la blancura excesiva no dañe la expresividad de los rostros.
Pero este ámbar distorsiona el color de algunas telas y las amarillea, o las tiñe de un naranja que a los azules los mancha de colores impropios, por dar un ejemplo.

El iluminador suda y ya no sabe qué hacer para no influir en lo que proponen el resto de lenguajes escénicos.

No podemos pues, ser neutrales cuando expresamos.
Nuestra forma de ser y actuar, de hacer y decir, condiciona todo y a todos a los que nos dirigimos.
No es lo mismo decir una frase dulce, que la misma de forma arisca.
No da igual hacer algo a la altura de los ojos de tu interlocutor, que desde una tarima o desde tres metros de altura.
No transmitimos igual con toda la potencia de nuestra voz que aquejados de una afonía o una congestión.
No decimos lo mismo mirando a los ojos que mirando al suelo, al techo o, intentando ser neutral… a ningún sitio concreto.

Lo siento para los que pretenden ser neutrales.
Cuando uno ‘ex-presa’, saca ‘un algo’ de sí mismo con el que pretende transmitir ‘otro algo’. Y ya no le vale ‘otro algo distinto’ a lo que pretende. La elección está hecha incluso antes de empezar a expresar.

Es más. Cuando uno trata de enseñar, de motivar, de dirigir a cada participante, alumno o compañero de creación, hacia su propia expresión significativa, incluso ahí, intentamos ser neutrales sabiendo que quienes nos escuchan han tenido tres posibilidades para estar ahí… O les han obligado o nos han elegido o ha surgido una casualidad.
Si les han obligado, buscamos convencerles para que se queden.
Si es una casualidad, nos regocijamos manteniéndola.
Si nos han elegido, normalmente es porque saben por dónde vamos a ir.
No quieren nuestra ‘neutralidad’. Quieren nuestra personalidad, nuestras convicciones, nuestros arneses para tirarse más allá de los límites de sus círculos sabiendo que hay alguien que le sujeta.

Otra diatriba sería plantearse si debemos ser lo más neutrales posible… Pero y además, quizás ya estaríamos hablando no de lo que expresamos sino de cómo queremos que nuestros alumnos, participantes o compañeros se expresen a su vez.
¿Somos directivos?
¿Defendemos la inacción?
¿Somos proactivos?
¿Somos motivadores, proselitistas, dictatoriales, energizantes, liberadores…?

En cualquier caso no somos, ni podemos ni creo que debamos ser neutrales.

Somos quienes somos y si realmente creemos en la expresión y la creatividad, una de sus máximas es la libertad.
Y para ser libres expresando debemos conocer el máximo posible de herramientas, opciones, ideas, tendencias, intensidades, modalidades… Sí. Para ser libres necesitamos todo eso para poder elegir la opción que a cada uno nos haga sentir más identificados con nosotros mismos.

Y esa convicción, llevada  a la práctica, ya nos ha convertido en una opción, no en una neutralidad.

Para acabar, dejadme contaros una pequeña narración ‘neutral’.

Había un caballero enamorado de una princesa, con unos ideales nada propios del Medievo.
Estaba convencido de que nada en el mundo debía obligar a una mujer, por muy princesa que fuera, a tomar un camino impuesto por otros.
Por eso nunca intentó imponer su criterio, ni siquiera su mayor fuerza, ni su posición como varón, ante la propia princesa y, por ese motivo, optó por que ella misma decidiera su destino.
No se acercaba a ella si ella no lo hacía antes.
Nunca la escribió hasta que ella comenzó a hacerlo.
Sólo la sonreía cuando ella le sonreía, devolviéndole su sonrisa multiplicada por mil.

Así pasaron los días, las semanas, incluso las estaciones, sin que él diera un paso que no hubiera provocado antes ella.
Por aquel entonces aún no sabían que ese comportamiento llegara a ser considerado de caballeros en nuestros días… de esos que no quedan ya!!!
Intentó ser lo más neutral posible para no condicionar la decisión de la princesa cuando su padre, el rey, quiso desposarla…
¿Realmente lo fue?
¿O su actitud elegida fue ya una forma de no ser neutral al demostrarle a la princesa de lo que era capaz?

Y ella… ¿Qué hizo ella?
¿Eligió al caballero por su caballerosidad?
¿Lo rechazó por su falta de iniciativa?
¿Lo amó en secreto durante toda su vida a pesar de que eligiera a otro ya que él no presentó candidatura?

Os pido  que me deis una respuesta…
Quiero ser neutral para no tergiversar lo que digáis y no condicionar lo que elijáis.

¿O ya os he condicionado con lo que he escrito?

La actitud es una elección.
Cada propuesta en un taller expresivo, en una clase, en un trabajo, en la vida, es una opción que desintegra la neutralidad.

Tu expresión, en definitiva, anula toda neutralidad… o no?!!!
Espero vuestras opiniones…

Y no me canso.


We are searching our utopia in a continuous present continuous!!!!!

Os espero…

En algún lugar, hacia alguna parte…

SIEMPRE!!!



Fernando Bercebal · momento Devising Consultor · Pedagogo Teatral
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