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lunes, 16 de marzo de 2020

Provocar la creatividad



No es la primera vez ni la última que escucharé o leeré a más de una persona afirmar que la creatividad surge del caos, del dolor, de la crisis (negativa)… Y desde el primer día que lo escuché, me posicioné en contra… Y sigo en esa tesitura.

Estaba cursando EGB (primaria para los más púberes), y compartía con un compañero el gusto por la escritura. Nos llegábamos a comparar con Quevedo y Góngora, no tanto por la calidad, sino por la competencia y los estilos de escrituras.

Dejaré a vuestra imaginación cuál de ambos era yo y cuál Rafa de la Cruz #rafadelacruz.

Surgió la figura de Edgar Alan Poe, y la supuesta necesidad del escritor de drogas y alcohol para conseguir el culmen de su capacidad escritora.

No sé si será porque nunca me gustó ni el alcohol (vino y cervezas moderadas) ni las drogas (ni el tabaco), pero por supuesto no podía asumir que, para escribir, para crear, estaba obligado a perder mi consciencia o mi felicidad.

¿Por qué hay que estar triste, decaído, frágil… para crear?

Desde aquellos años, he trabajado mucho, de forma consciente e inconsciente, en la mente, el pensamiento y el acto creativo y sigo sin moverme un ápice de mi posición.

La creatividad no tiene que venir provocada por crisis, situaciones o cuestiones ajenas a ti.
Puede haber disparadores para que tú pongas en marcha tu máquina creativa.
Pero y además, tu creatividad la tienes que provocar tú.

No es esperar a las musas. Es ir a buscarlas.
No es acudir a la inspiración. Es provocarla.
No es encontrar un motivo. Es buscar 100 y elegir el que más te motive.

De hecho, después de mucho hacer y leer, he comprobado que una de las situaciones más habituales que hace brotar pensamientos creativos es cuando tienes ‘ocupado’ el cerebro en realizar acciones cotidianas y repetitivas.

Cuántas soluciones e ideas te han venido a la cabeza cuando ibas conduciendo en tu ruta habitual, cuando estabas planchando o fregando platos a mano o incluso cuando te estás haciendo un café o un colacao y remueves inconscientemente la cucharilla a favor o en contra de las manecillas del reloj.

Realmente, lo que haces es liberar de las ataduras convergentes a tus neuronas, utilizas muy pocas para realizar esa acción, y el resto campa a sus anchas.

Os hago una propuesta.
Os quiero provocar.
He colocado, como siempre, una foto al comienzo de este post.
La foto puedo parecer tan sencilla como lo que es.
Copas de árboles brotando, nubes y cielo azul.

En mi próximo post, que puede que sea más pronto de lo habitual, escribiré a partir de esa foto.

Hoy la he colocado para provocar a mi creatividad… y a la vuestra.
Mirad la foto. Haced solo eso. El resto, que surja, y me lo enviáis.

¡Gracias por seguir!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.

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