Hay que ofrecer un contenido más serio.
Y en ese momento, mis neuronas saltarinas lingüísticas, a las que les gusta jugar con las palabras, se sorprenden al no saber qué significa 'serio'.
Porque nuestras conexiones naturales de pensamiento directo, suelen asociar 'serio' con 'sesudo', 'correcto', 'interesante', 'con valor', 'IMPORTANTE'.
El error es considerar unívocamente equivalentes 'serio' e 'importante', como si lo serio pudiera no ser nunca nimio, o lo importante no pudiera ser divertido.
Y aplicando un falso silogismo, si lo divertido es lo contrario de serio, y lo serio es importante, lo divertido solo puede ser lo contrario de importante.
Por ende, si queremos que algo divertido parezca importante, hay que 'disfrazarlo' de serio.
Qué fácil es jugar con la lógica y el razonamiento simplista para llevar a conclusiones unilaterales y, muchas veces, aparentemente ciertas pero ficticias.
Rotundamente no.
Si lo serio es sesudo, lo divergente lo es más porque exige a nuestro cerebro un esfuerzo extra.
Si lo serio es 'correcto', lo divertido añade a su corrección la obligación de que sea recibido con la misma diversión con la que se emite.
Si lo serio es 'interesante', lo divertido te descubre asociaciones o elementos que no habías descubierto antes, lo que lo hace más interesante.
Si lo serio tiene 'valor', lo divertido lo multiplica al aportar, además del conocimiento y la sabiduría equivalente a lo serio, un añadido de endorfinas en forma de risa o bienestar.
En definitiva, si lo serio es 'IMPORTANTE', lo divertido es tanto o más importante y, además, nos aporta salud y felicidad.
Por supuesto que mis neuronas saltarinas del lenguaje se han aprovechado de esta falsa dicotomía para exacerbar la negatividad de la palabra serio.
En el fondo y en la superficie, a donde yo quiero llegar e invitaros a que lleguéis, es que 'serio' y 'divertido', son antónimos, solo por una de sus acepciones o criterios. Pero y además, lo divertido es muy serio y hay que tomarlo con la importancia que merece.
Y entonces doy un nuevo giro y digo... Por eso, no aplaudo lo lúdico por lúdico como forma de comunicar, educar o experimentar. Lo divertido, lo divergente, lo ocurrente, lo lúdico, son cosas muy serias y hay que dedicarle la atención, la sistemática y la preparación necesarias para que no parezcan propuestas poco importantes por poco preparadas o reflexionadas.
La diversión es importante, ergo seamos serios con la diversión.
Solo de esta manera podremos hacer sentir a los demás que si utilizamos un nombre original o creativo, si planteamos unos objetivos lúdicos o experienciales en alguna actividad, si escribimos un texto cómico, si utilizamos el humor como herramienta de relación con nuestro equipo..., no es porque simplemente nos parezca divertido, sino precisamente, porque tienen la seriedad, preparación e importancia que requieren.
¡Gracias por seguir leyendo y, por supuesto, no solo se admiten, sino que se agradecen comentarios!
Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.
#fbercebal
#ñaqueeditora
#creatividad
#teatrodecreacion
#devisingtheatre
#ASKool
¡Qué reflexión más acertada! La diversión, a menudo subestimada, tiene un poder y una profundidad que van más allá de lo "serio" tradicional. Es cierto que en muchas ocasiones se asocia lo importante con la seriedad, pero como bien mencionas, la diversión también tiene una complejidad que exige preparación y reflexión. El humor, la creatividad, y lo lúdico no solo permiten transmitir conocimientos de forma efectiva, sino que enriquecen la experiencia de aprendizaje y nos ayudan a recordar mejor. Es un reto derribar esa falsa dicotomía que separa lo serio de lo divertido y, en cambio, ver la diversión como una herramienta poderosa y seria. ¡Así que sí, hay que ser serios con la diversión, porque merece el respeto y la atención que le corresponde! ¿Qué ejemplos tienes en mente donde lo divertido y lo importante se fusionan con éxito? ¡Sería interesante escuchar algunas historias reales!
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