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domingo, 5 de abril de 2020

La curva de la competencia



Con mis últimas entradas, y para poder explicar lo que proponía de trabajar la creatividad, he recuperado la explicación de la Curva de la Competencia. En mis clases de Deontología, y en sesiones de creatividad para docentes y empresas, les suelo mostrar este diagrama.

Es el gráfico que aparece como imagen en esta entrada del blog, y que es una versión de la explicación que Carlos Luna #carlosluna nos enseñó en una formación de Fundación Botín #fundaciónbotin.

En ella les explico que uno no puede desarrollar una habilidad, una aptitud, una competencia, si no es consciente de que no la tiene desarrollada.

Es decir, si no conoces que existe la lengua Piraha, no es posible intentar aprenderla.
En el instante en que eres consciente de que ese saber existe y tú no lo tienes desarrollado, surge el momento clave.
Es una cuestión personal.
Es tomar la decisión de aprender la lengua, o no.
Y, a partir de ahí, eres tú y la forma en que intentas desarrollar esta capacidad lo que determina si la desarrollarás de forma consciente, o no.


En el pequeño esquema estos puntos clave se marcan con

N.N. No sabes que no sabes. Estás en la parte subconsciente de tu aprendizaje. Cuando aún no eres consciente de tu ignorancia. Lo que Carlos denomina un incompetente inconsciente.

S.N. Sabes que no sabes. Es el punto crucial, cuando descubres que 200 personas en lo más profundo del Amazonas hablan Piraha, y tienes que tomar la decisión, ahora ya en tu nivel consciente de aprendizaje, de si quieres desarrollar esa capacidad lingüística, o no.

S.S. Si decidiste que querías aprender, con gran esfuerzo dedicación y esa flecha roja del centro, llegas a este punto donde sabes que sabes de forma consciente.

N.S. Finalmente, tras mucha repetición y trabajo, puedes llegar a tener esta capacidad sin estar en el nivel de consciencia, con lo que podrías hablar Piraha sin necesidad de concentrarte ni pensarlo, sino de forma inconsciente, como hablas tu idioma materno.


Traslademos esto al pensamiento y la acción creativa, partiendo del principio que llevo defendiendo desde el principio de este blog, y no hablo de las entradas de 2020, sino desde que empecé a escribirlo hace ahora 8 años, el 31 de marzo de 2012: La creatividad es una capacidad entrenable.

Hay personas que, directamente, piensan que no son creativas, o que no pueden serlo.
Están en la N.N. No son conscientes de que exista una realidad llamada Creatividad, que tienes desarrolladas más de 200 personas del Amazonas profundo. O, al menos, creen que eso no es para ellas.

De repente un día, por azar, por ósmosis, o por asistencia a un curso o la presencia de un docente o un amigo que les provoca esa capacidad del pensamiento que es la creativa, se dan cuenta de que pueden serlo, y dan el salto a la S.N.
Ahora ya es una decisión personal. ¿Quiero desarrollar mi creatividad? ¿O me enroco en la idea de que eso no está hecho para mí y decido no avanzar por la flecha roja?

Si deciden dar el paso, les costará mucho esfuerzo, repetición, éxito/fracaso, llegar a un punto como el S.S.

Y aquí está la clave. Hay personas con capacidad y pensamiento creativo muy poco desarrollado y otras que sí se ven con altas capacidades creativas que tienen un punto en común en su forma de pensar.
Opinan que llegar al punto N.S. en creatividad es innato y no se puede entrenar.
Es decir, o naces creativo o no puedes llegar a serlo.

Por tanto, las primeras ven imposible llegar a ese punto de ser creativos de forma inconsciente.

Por la misma regla de tres, las segundas, creen que al haber ‘nacido’ con estas capacidades, estarán ahí ‘eis tous aeonas ton aeonon’ o ‘in secula seculorum’.

Craso error en ambos casos, bajo mi modesta opinión.

Los unos, porque si se empeñan, la creatividad, como cualquier otra capacidad humana, puede aprenderse y desarrollarse.

Los otros, porque si piensan que, sin ningún esfuerzo, esa capacidad va a estar ahí para siempre, sin inmutarse y en plenitud de facultades, se acabarán llevando un chasco más tarde o más temprano.


Y es aquí donde entra esa flechita roja que parece no decir nada sino tan solo indicar la dirección del progreso.

A este tamaño no se descubre la palabra que lleva en su interior, pero y además, más de uno, conociéndome, ya habrá descubierto.

Sí, no es otra que… ENTRENAMIENTO.

Este concepto puede llevar a un ignorante a ser sabio, o a un pretendido sabio, sin ejercitarlo, a la más completa de las ignorancias.


De este concepto del entrenamiento en creatividad y su importancia, os seguiré hablando en el próximo post.

¡Gracias por seguir!

Yo estoy aquí porque vosotros estáis aquí..., y viceversa.


4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Querido Fernando
    En mi opinión cuando nacemos, traemos en esencia la semilla de todos los dones y talentos, lo que yo llamo el "pack básico de dones y talentos".
    Son las circunstancias las que nos hacen reconocer a algunos de ellos y es en el momento en que tomamos conciencia, cuando de una forma natural, vamos regando esas semillas, dejando de lado al resto .
    Cuando florecen y se hacen patentes las vemos, las sentimos y es entonces cuando empezamos a entrenarlas, solo entrenamos aquello que sentimos, necesitamos o disfrutamos.
    De todas formas, como dijo Platón SOLO SE QUE NO SE NADA ...
    Y tú Fernando, ¿que don entrenas?

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  3. Señora Duquesa.
    Cada ser humano, efectivamente, nace distinto y desde distinto punto de salida, con distintas herramientas o semillas, o conciencia de esas semillas. De eso no hay duda.
    Yo nací con los músculos largos y por tanto, no tenía como innata la velocidad, algo básico para las carreras y el salto de longitud. Sin embargo, fui representante de mi colegio en salto de longitud y en 110 metros vallas. Suplí mis aparentes carencias con la técnica y el entrenamiento.
    De pequeño, un señor médico me dijo que tenía poca capacidad pulmonar y que era mejor que me olvidara de hacer deporte. Sin embargo, fui mejor deportista alevín jugando a balonmano, fui una figura local con proyección en baloncesto, estuve a punto de fichar por un equipo profesional de balonmano y otro de baloncesto y, lo más sorprendente, estudié hasta 3º de flauta travesera en el Conservatorio. Suplí mi deficiencia física con entrenamiento, y algo de cabezonería.
    ¿Son dos buenos ejemplos, reales, para insistir en que a base de entrenamiento uno puede conseguir lo que pretenda?
    Y respondiendo a tu pregunta, intento, desde hace muchos años, desarrollar un 'no-don'. Siendo adolescente me di cuenta de que siempre era el que levantaba la mano, el que opinaba, el que daba ideas, el que me prestaba voluntario, y decidí dar un paso atrás para cambiar la perspectiva y aprender a escuchar.
    Han pasado casi 40 años y sigo entrenando.
    Hoy no escucho mal, y no soy tan 'abundante' y, aún así, sigo y seguiré entrenando.
    Aunque no reconociera esa semilla.

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