Con mis últimas entradas, y
para poder explicar lo que proponía de trabajar la creatividad, he recuperado
la explicación de la Curva de la Competencia. En mis clases de Deontología, y
en sesiones de creatividad para docentes y empresas, les suelo mostrar este
diagrama.
Es el gráfico que aparece
como imagen en esta entrada del blog, y que es una versión de la explicación
que Carlos Luna #carlosluna nos enseñó en una formación de Fundación Botín
#fundaciónbotin.
En ella les explico que uno
no puede desarrollar una habilidad, una aptitud, una competencia, si no es
consciente de que no la tiene desarrollada.
Es decir, si no conoces que
existe la lengua Piraha, no es posible intentar aprenderla.
En el instante en que eres
consciente de que ese saber existe y tú no lo tienes desarrollado, surge el
momento clave.
Es una cuestión personal.
Es tomar la decisión de
aprender la lengua, o no.
Y, a partir de ahí, eres tú
y la forma en que intentas desarrollar esta capacidad lo que determina si la
desarrollarás de forma consciente, o no.
En el pequeño esquema estos
puntos clave se marcan con
N.N. No sabes que no sabes.
Estás en la parte subconsciente de tu aprendizaje. Cuando aún no eres
consciente de tu ignorancia. Lo que Carlos denomina un incompetente inconsciente.
S.N. Sabes que no sabes. Es el
punto crucial, cuando descubres que 200 personas en lo más profundo del
Amazonas hablan Piraha, y tienes que tomar la decisión, ahora ya en tu nivel
consciente de aprendizaje, de si quieres desarrollar esa capacidad lingüística,
o no.
S.S. Si decidiste que querías
aprender, con gran esfuerzo dedicación y esa flecha roja del centro, llegas a
este punto donde sabes que sabes de forma consciente.
N.S. Finalmente, tras mucha
repetición y trabajo, puedes llegar a tener esta capacidad sin estar en el
nivel de consciencia, con lo que podrías hablar Piraha sin necesidad de
concentrarte ni pensarlo, sino de forma inconsciente, como hablas tu idioma
materno.
Traslademos esto al
pensamiento y la acción creativa, partiendo del principio que llevo defendiendo
desde el principio de este blog, y no hablo de las entradas de 2020, sino desde
que empecé a escribirlo hace ahora 8 años, el 31 de marzo de 2012: La
creatividad es una capacidad entrenable.
Hay personas que,
directamente, piensan que no son creativas, o que no pueden serlo.
Están en la N.N. No
son conscientes de que exista una realidad llamada Creatividad, que tienes
desarrolladas más de 200 personas del Amazonas profundo. O, al menos, creen que
eso no es para ellas.
De repente un día, por azar,
por ósmosis, o por asistencia a un curso o la presencia de un docente o un
amigo que les provoca esa capacidad del pensamiento que es la creativa, se dan
cuenta de que pueden serlo, y dan el salto a la S.N.
Ahora ya es una decisión
personal. ¿Quiero desarrollar mi creatividad? ¿O me enroco en la idea de que
eso no está hecho para mí y decido no avanzar por la flecha roja?
Si deciden dar el paso, les
costará mucho esfuerzo, repetición, éxito/fracaso, llegar a un punto como el S.S.
Y aquí está la clave. Hay
personas con capacidad y pensamiento creativo muy poco desarrollado y otras que
sí se ven con altas capacidades creativas que tienen un punto en común en su
forma de pensar.
Opinan que llegar al punto N.S.
en creatividad es innato y no se puede entrenar.
Es decir, o naces creativo o
no puedes llegar a serlo.
Por tanto, las primeras ven
imposible llegar a ese punto de ser creativos de forma inconsciente.
Por la misma regla de tres,
las segundas, creen que al haber ‘nacido’ con estas capacidades, estarán ahí ‘eis tous aeonas ton aeonon’ o ‘in secula seculorum’.
Craso error en ambos casos,
bajo mi modesta opinión.
Los unos, porque si se
empeñan, la creatividad, como cualquier otra capacidad humana, puede aprenderse
y desarrollarse.
Los otros, porque si piensan
que, sin ningún esfuerzo, esa capacidad va a estar ahí para siempre, sin
inmutarse y en plenitud de facultades, se acabarán llevando un chasco más tarde
o más temprano.
Y es aquí donde entra esa
flechita roja que parece no decir nada sino tan solo indicar la dirección del progreso.
A este tamaño no se descubre
la palabra que lleva en su interior, pero y además, más de uno, conociéndome,
ya habrá descubierto.
Sí, no es otra que… ENTRENAMIENTO.
Este concepto puede llevar a
un ignorante a ser sabio, o a un pretendido sabio, sin ejercitarlo, a la más
completa de las ignorancias.
De este concepto del
entrenamiento en creatividad y su importancia, os seguiré hablando en el
próximo post.
¡Gracias por seguir!
Yo estoy aquí porque
vosotros estáis aquí..., y viceversa.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerido Fernando
ResponderEliminarEn mi opinión cuando nacemos, traemos en esencia la semilla de todos los dones y talentos, lo que yo llamo el "pack básico de dones y talentos".
Son las circunstancias las que nos hacen reconocer a algunos de ellos y es en el momento en que tomamos conciencia, cuando de una forma natural, vamos regando esas semillas, dejando de lado al resto .
Cuando florecen y se hacen patentes las vemos, las sentimos y es entonces cuando empezamos a entrenarlas, solo entrenamos aquello que sentimos, necesitamos o disfrutamos.
De todas formas, como dijo Platón SOLO SE QUE NO SE NADA ...
Y tú Fernando, ¿que don entrenas?
ResponderEliminarSeñora Duquesa.
Cada ser humano, efectivamente, nace distinto y desde distinto punto de salida, con distintas herramientas o semillas, o conciencia de esas semillas. De eso no hay duda.
Yo nací con los músculos largos y por tanto, no tenía como innata la velocidad, algo básico para las carreras y el salto de longitud. Sin embargo, fui representante de mi colegio en salto de longitud y en 110 metros vallas. Suplí mis aparentes carencias con la técnica y el entrenamiento.
De pequeño, un señor médico me dijo que tenía poca capacidad pulmonar y que era mejor que me olvidara de hacer deporte. Sin embargo, fui mejor deportista alevín jugando a balonmano, fui una figura local con proyección en baloncesto, estuve a punto de fichar por un equipo profesional de balonmano y otro de baloncesto y, lo más sorprendente, estudié hasta 3º de flauta travesera en el Conservatorio. Suplí mi deficiencia física con entrenamiento, y algo de cabezonería.
¿Son dos buenos ejemplos, reales, para insistir en que a base de entrenamiento uno puede conseguir lo que pretenda?
Y respondiendo a tu pregunta, intento, desde hace muchos años, desarrollar un 'no-don'. Siendo adolescente me di cuenta de que siempre era el que levantaba la mano, el que opinaba, el que daba ideas, el que me prestaba voluntario, y decidí dar un paso atrás para cambiar la perspectiva y aprender a escuchar.
Han pasado casi 40 años y sigo entrenando.
Hoy no escucho mal, y no soy tan 'abundante' y, aún así, sigo y seguiré entrenando.
Aunque no reconociera esa semilla.
La semilla siempre estuvo.
Eliminar